Ensisa rechazó el proyecto del Tarter por miedo a la especulación

“Creo que la familia Molines ha estado mal aconsejada y ha tenido poca paciencia en las negociaciones”. Así definió el comportamiento de Casa Molines en las conversaciones con Ensisa para la construcción de la urbanización El Tarter 1710, el miembro del consejo de administración de la empresa explotadora de las pistas de esquí de Soldeu-el Tarter, Josep Areny, quien tambien aseguró que desde Ensisa se ha puesto freno a la construcción de este complejo (que suponía la edificación de unos 500 apartamentos en el espacio que ocupa el aparcamiento que hay ahora a pie del telecabina del Tarter) puesto que abría la puerta a la edificación de nuevos complejos residenciales en Canillo, urbanizaciones de apartamentos destinados a la venta especulativa y con un alto impacto ambiental y paisajístico.

Areny quiso dejar claro que la decisión tomada por Ensisa “en caso alguno ha sido por hacer un agravio a la familia Molines”. También destacó que todas las partes implicadas en las conversaciones actuaron de buena fe: “nosotros, el consejo de administración de Ensisa en pleno, hemos tenido un profundo respeto hacia Casa Molines”. De todas maneras, el miembro del consejo de administración de la gestora de la estación (y que está participada por el comú de Canillo en un 51% y por Crèdit Andorrà en un 49%) puntualizó que “el error que hemos tenido todos ha sido alargar demasiado las reuniones, para llegar finalmente a un desacuerdo sobre este proyecto”.

Areny justificó la iniciativa de Ensisa de no anular el contrato de alquiler del terreno en que se debía construir la urbanización, y que ha parado el proyecto, porque “hoy, el Principat d’Andorra y especialmente la parroquia de Canillo sufren una presión urbanística terrible, y el Comú ha visto que una urbanización a gran escala a pie de pistas del Tarter no convenía”. Y más porque todas estas construcciones se destinarían a una “cantidad de apartamentos destinados a la venta especulativa”.

Así, el miembro del consejo de administración de Ensisa aseguró que “ha sido una decisión global en función de todas las urbanizaciones que alrededor del Tarter, nos hubieran aparecido en el momento en que el plan de ordenación urbana hubiera sido aprobado”, puntualizando que esta presión urbanística se podría vivir en todo el conjunto de la parroquia y no sólo en la zona de influencia de la estación de esquí. En todo caso, Areny también argumentó motivos de sostenibilidad ambiental y aseguró que “la parroquia de Canillo, esto no se lo puede permitir, ni tampoco el país, y por esto desde el Comú se ha querido poner freno”