Ni siquiera el futuro plan ADOP, que promete mejores ayudas a los deportistas paralímpicos españoles, cambia su manera de pensar. “Hasta ahora las ayudas han sido muy limitadas. El nuevo programa parece prometedor, pero yo ya no tengo motivación para continuar”, explica Villalón, que admite que únicamente con “ganas y sacrificio” y la ayuda y comprensión de la familia, ha podido compaginar trabajo, estudios y una carrera deportiva en la que brillan nueve medallas paralímpicas en tres Juegos: Nagano’98 (tres oros), Salt Lake City’02 (dos oros y dos platas) y Turín’06 (una plata y un bronce).
En las palabras de Villalón, nacido en Barcelona pero criado en Girona hasta los 13 años, no se percibe, sin embargo, reproche alguno. Siente, simplemente, que ha llegado el momento de abrir un nuevo capítulo en su vida. Su objetivo es sacarse el título de entrenador nacional de esquí y contribuir con su experiencia a la formación de jóvenes esquiadores discapacitados. “Lo que no quisiera oír nunca más es que alguien dice que no puede hacer esto o aquello porque no ve o le falta una pierna”, afirma.
Eric, con un déficit visual de nacimiento, empezó a esquiar a los tres años. “Fue cosa de la familia, les ‘chifla’ el deporte y la montaña”, explica. Junto a ellos aprendió los trucos y estrategias para deslizarse por la nieve con soltura pese a su problema de visión. Hasta los 21 años no se planteó, sin embargo, competir. Su entrada en el equipo paralímpico fue de lo más curiosa. “Fui a pedir una ayuda para participar en una regata de vela y, cuando supieron que esquiaba, me propusieron entrar en el equipo”, explica Villalón. Dos años después, con 23, comenzó a ganar medallas. Hasta el pasado domingo.
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