Bielsa, la frontera olvidada

Aragón tiene dos pasos por carretera con Francia, ambos con túnel, el de Somport y el de Bielsa. Somport se inauguró en 2003, pero han tenido que pasar tres años hasta que se ha permitido que los camiones que transportan mercancías peligrosas pudieran circular por él. Somport es ejemplo de ingeniería de primer orden, todo modernidad y eficacia en el diseño. Pero su funcionamiento marcha a medio gas, porque en el lado francés conecta con carreteras de redes secundarias, que cruzan los núcleos de población por las que transcurren, así que la multimillonaria inversión que se dedicó a construir el túnel está dando un rendimiento limitado.

Lo peor, sin embargo, lo sufren en la comarca oscense del Sobrarbe. Es una de las cuatro comarcas aragonesas del Pirineo. A priori, debería de ser una de las que contara con mejores condiciones para su desarrollo, porque en ella está el túnel de Bielsa. Pero tener uno de los dos únicos pasos transfronterizos no le sirve de mucho. Vale más tener estación de esquí que túnel tal y como están las cosas, y justo lo que no tiene el Sobrarbe es estación de esquí.

Somport y Bielsa comparten el mismo problema: el Pirineo le cae a París muy al sur. Es un sur que va más allá de lo geográfico. Es el sur del sur que se traduce en olvido y desinterés manifiesto. El Gobierno francés no ha ocultado, durante años, que invertir en las comunicaciones transfronterizas por el Pirineo central no entra en sus prioridades. Y esto viene de lejos. En 1970, un tren de mercancías descarriló en el lado francés de la línea férrea del Canfranc y se desmoronó parte de la estructura de un puente. En vez de arreglarlo, se cerró la línea. Y hasta hoy.

Los empresarios se movilizan
Al desinterés de Francia por sus redes de transportes en el Pirineo central se le añade también que los gobiernos españoles no han sido capaces de arrancar de París lo contrario. O ha habido otras prioridades en las cumbres transfronterizas o el asunto no se ha planteado con suficiente eficacia. El resultado deja muestras como el túnel de Bielsa, que ha llevado a la Asociación de Empresarios de Turismo del Sobrarbe a promover una plataforma, un grupo de presión con centros turísticos y organizaciones empresariales de otras comarcas limítrofes, a fin de instar al Gobierno aragonés y al central a que se tomen más en serio el asunto.

El túnel de Bielsa, tal y como funciona, poco se asemeja a un paso transfronterizo en la Europa del siglo XXI. La carretera que enlaza con él en el lado francés presenta graves carencias de mantenimiento. La escasez de medios que se destinan a ella hacen que sea muy vulnerable a las inclemencias meteorológicas. Y éstas, en el Pirineo, son habituales. Así que, de ordinario, durante todo el año el túnel se cierra al tráfico de ocho de la tarde a ocho de la mañana. En verano se suele dejar abierto un poco más, hasta las diez de la noche, pero a esa hora se cierra otra vez hasta las ocho de la mañana del día siguiente.

Cerrado durante días
En el lado francés del túnel hay goteras permanentes, en invierno se hacen charcos y acaban siendo placas de hielo. Ocurre desde hace años, pero en vez de reparar las goteras, Francia corta al tráfico el túnel. Para el invierno, lo habitual es que se cierre totalmente durante días. Hace dos inviernos estuvo clausurado durante cuarenta días seguidos. Este último ha ido mejor: diez días y repartidos. Eso sí, han caído en las fechas que peor le podían caer al turismo: para el Puente de la Constitución y para las navidades. La situación del túnel de Bielsa es un lastre para la economía del Sobrarbe, una comarca que vive precisamente del turismo.

Aproximadamente el 15 por ciento de los visitantes que recibe, que se concentran mayoritariamente en julio y agosto, les llegan de Francia. Los empresarios turísticos del Sobrarbe quieren que su actividad se extienda a más meses, pero tal y como están las comunicaciones, difícil.

El gerente de la Asociación de Empresarios de Turismo del Sobrarbe, Luis Calavia, subraya que "la precariedad del túnel de Bielsa tiene una repercusión económica directa y en esta comarca, si quitas el turismo, se viene abajo".

El territorio no está para permitirse lujos de esa guisa: en el Sobrarbe, la densidad de población es de 3,1 habitantes por kilómetro cuadrado. Y eso que recursos turísticos no le faltan. En esta comarca está el Parque Nacional de Ordesa, sus parajes naturales atraen al turismo, enclaves como Aínsa, Bielsa o Escalona encierran un elevado potencial en este sector, y en Bielsa, por ejemplo, se localiza uno de los establecimientos de la red nacional de Paradores. Pero el túnel no acompaña y Francia, que está al lado, queda demasiado lejos.