"Es así", dijo con cara de circunstancias tras la carrera cuando se le dijo que la pena era que ella fuera la única posibilidad. "Si hubiera ganado medalla Jordi Font quizás sería diferente, hubiera sido bueno para María José", dijo Fernández Ochoa antes de la carrera. Font fue cuarto, casi sorprende, pero no.
Muchos medios, políticos y hasta la casa real se desplazaron únicamente por ella. Todo por Rienda, acostumbrada a deambular sola por la Copa del Mundo, sin prensa, sin ministros y sin príncipes, pese a que ya ha cosechado más triunfos españoles que nadie.
Esa fuerte presión ya la conoce Blanca Fernández Ochoa. "En Calgary 1988 se me insinuó que debía ganar medalla, daba igual el color", reveló. Tras dominar la primera manga, se cayó y perdió toda opción. La tan temida presión había hecho su efecto. En Turín la historia se ha repetido y Rienda no cumplió con su papel de favorita.
Y eso a pesar de que su inteligente técnico, Mauro Pini, ideó un plan perfecto para evitar la carga de las expectativas. "Lo hemos llevado bastante bien para tratarse de unos Juegos. El resultado no es fruto de la presión, pero todo influye, no me puedo meter en su cabeza", dijo Pini, que escondió a Rienda de la mirada de los medios para no perturbar su concentración. "El esquí es así, esto es, os lo presento", aseguró Rienda.
Es imposible medir qué parte de culpa en el resultado tuvo el peso de la presión sobre los hombros de Rienda. Un éxito suyo era esperado para lanzar los deportes de invierno, aún en cimientos en España. "Si ganara María José (Rienda) se podría usar para atraer a inversores privados y fomentar los deportes de invierno", había dicho en Turín días antes el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky.
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