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Última actualización: 14/05/2024 a las 18:23:00 (CET)

Radiografía del negocio del esquí

Radiografía del negocio del esquí
El sector del esquí mueve 330 millones de euros, aunque sólo el 15% por la venta de forfaits
Trescientos treinta millones de euros (55.000 millones de las antiguas pesetas). Este es el volumen económico que generó el negocio de la nieve en Catalunya el pasado año, aunque, según fuentes del sector, sólo el 15% de esta cantidad corresponde a lo ingresado por la venta de forfaits y el resto iría a parar al sector turístico. Calcular el volumen del negocio inmobiliario que se genera en torno a las pistas resulta del todo imposible.

Queda claro que el esquí se ha convertido en el principal motor económico de las zonas de montaña y, si pudiera considerarse al sector como una única empresa, ésta encabezaría sin duda los primeros puestos del ranking económico de Catalunya.

La nueva temporada está a punto de comenzar –la mayoría de complejos prevén adelantar la apertura de sus instalaciones al próximo día 29– y las 21 estaciones de esquí alpino y nórdico que hay en Catalunya ofrecen 611 kilómetros de pistas, con remontadores capaces de absorber más de 131.000 esquiadores a la hora.

La intención es superar la cifra de 2.400.000 esquiadores de la pasada temporada –aquí se incluyen los visitantes de las estaciones de nórdico–, aunque el objetivo no se apunta fácil si se atiende a la evolución que ha experimentado el sector en los últimos diez años. La cifra de aficionados al esquí alpino en Catalunya parece haberse estancado en los dos millones por temporada y esta afluencia de esquiadores variaría más en función de si hay o no nieve en las estaciones que no por cambios en la demanda.

Las estaciones podrían absorber, sin embargo, un número mayor de esquiadores gracias a los modernos remontadores y ampliaciones de sus pistas –los complejos del Pirineo inician esta temporada con una inversión total de casi 16 millones de euros en estas mejoras–, pero el problema siguen siendo los accesos.
Las carreteras que llevan a muchas de las estaciones se convierten en auténticas ratoneras para los esquiadores y eso ha obligado ya a algunos complejos como Baqueira-Beret a proyectar un nuevo aparcamiento con 1.500 plazas en la cota 1.500 para facilitar el acceso a sus clientes o, en el caso de Boí-Taüll, a fletar autocares para reducir el número de vehículos en la carretera.

Pero el verdadero negocio del oro blanco está en el sector inmobiliario. Uno de los últimos estudios publicado en el libro “Aquí, no!” de Oriol Nel·lo y elaborado por la geógrafa de la Universitat de Lleida Mercè Gili, advierte de “la excesiva vinculación del desarrollo turístico y, en concreto del esquí, con la actividad inmobiliaria y, más específicamente, con la segunda residencia”.

La naturaleza del problema, recoge el mismo análisis, queda clara si se compara la oferta de camas en Baqueira con otras áreas de montaña con estaciones de esquí. Courchevel, uno de los complejos más rentables de los Alpes franceses, con un área esquiable de 14.000 hectáreas, ofrece 10.000 camas, las mismas que la comarca aranesa con una estación de 2.000 hectáreas de área esquiable. Y en la proyectada estación de Vall Fosca-Interllacs, en la montaña de Filià (Pallars Jussà), se prevé ofrecer 7.500 camas para 450 hectáreas esquiables.

La hipoteca que asumen los territorios de montaña con esta oferta de camas es demasiado alta, consideran estos expertos, dada la fragilidad de ese territorio. El último ejemplo de la transformación del suelo urbano que puede provocar el negocio de la nieve lo encontramos en el núcleo de Espui, centro neurálgico de la proyectada estación Vall Fosca-Interllacs. Si se ejecutan los planes previstos, los 2.500 metros cuadrados de techo actuales pasarán a 30.000 en ese núcleo y a 60.000 en todo el municipio.

Pero este modelo no es, en absoluto, nuevo. El estudio de la geógrafa Mercè Gili revela que en Naut Aran, municipio en el que se ubica Baqueira-Beret, se produjo, en la década de los ochenta, un incremento de viviendas del 254,6%.

La mayoría de estas nuevas construcciones son segundas residencias que sólo se ocupan una cuarta parte del año. Esto supone un coste, a la hora de mantener los equipamientos de estas nuevas residencias, que difícilmente van a poder asumir los pequeños ayuntamientos a largo plazo.

El mismo estudio constata que esta fiebre inmobiliaria que ha acompañado al crecimiento de las estaciones de esquí no ha contribuido a fijar población. Naut Aran incrementó su censo en un 31% en la década de los años ochenta, mientras que la construcción en ese municipio creció un 254,6%.

En el mismo capítulo coordinado por Oriol Nel·lo queda patente que comarcas del Pirineo, como Val d’Aran, Alta Ribagorça y la Cerdanya lideraban el ranking inmobiliario en Catalunya en el año 2001, con una construcción de 25 a 45 viviendas por cada mil habitantes, fenómeno que los expertos ligan por completo al negocio de la nieve. Esta cifra sólo es igualada en comarcas del litoral, como el Baix Empordà, Baix Penedès y Montsià, según datos del Departament de Política Territorial i Obres Públiques de la Generalitat.

Las conclusiones de este análisis, centrado en el negocio que se genera alrededor de la práctica del esquí, aconsejan ante todo una mayor implicación de la Administración en esta gestión del territorio y alertan de que sería un error dejar en manos del sector privado esta gran responsabilidad. En el mismo sentido, estos expertos abogan por poner coto a las segundas residencias y sustituir este fenómeno por las camas rotatorias en establecimientos hoteleros.

Las estaciones de esquí del Pirineo catalán también reclaman, por su parte, un mayor apoyo de la Generalitat para poder competir con los complejos vecinos. La creación de GrandValira, fruto de la fusión de las estaciones andorranas de Pas de la Casa-Grau-Roig y Soldeu el Tarter, y la unión de varios complejos aragoneses en el grupo Aramon, se han visto desde el sector de la nieve catalán como una amenaza.

Tanto en Andorra como en Aragón, estas estaciones reciben la ayuda de las correspondientes administraciones, “mientras que en Catalunya echamos en falta este apoyo”, según indicó ayer Josep Pujol, presidente de la Asociación de Estaciones de Esquí de Montaña (ACEM).

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