Snow Boys: El Fenómeno blanco

Hay una extraña mezcla entre el snowboard, el skate y el surf. Si bien el deporte de la patineta sobre ruedas nació en la California de los años 60 –porque los surfers quisieron llevar la experiencia de las olas a las calles–, cuatro décadas después los skaters volvieron en gran medida a la naturaleza que tiene el surf, pero esta vez en la montaña. Hoy, la experiencia de correr tablas y hacer trucos como "slides", "grindes", "360" –que suenan inequívocamente a la época del "skate boarding is not a crime" y del "vision street wear"– ha tomado por asalto los centros invernales de todo el mundo, con el consiguiente resquemor de los puristas del deporte blanco.

A los antiguos esquiadores de "palos" de madera, que por los años 40 y 50 viajaban en burro a Farellones o Portillo (Chile) con tal de deslizarse por una montaña nevada, probablemente les resulta más fácil entender a estos nuevos "monos" que hoy repletan los centros de esquí, porque tanto ellos como los snowboarders han tenido que recorrer muchas montañas, romper estereotipos y darse buenos porrazos para poder consolidar, cada uno a su tiempo, el deporte que los apasiona.

Mucho más que tatuajes, pantalones anchos y la actitud desinteresada con la vida formal y con lo que está pasando "abajo", los snowboarders –como todos sus "primos" de los deportes extremos– están marcados por un sello que los identifica: arriesgarlo todo por una sensación; en este caso, bajar una montaña.

Existen varias corrientes de practicantes de este deporte. Una manera de verlos es por su procedencia. Los que se cambiaron del esquí a la tabla y los que llegaron del surf y el skate a la montaña. Otra es según el estilo que practican. En tal caso están los "pisteros", quizás la corriente más incomprendida de los snowboarders y también la mayoría. Son los que andan por las canchas y que suelen considerar, en este contexto, que este deporte no es mucho mejor que el esquí. De esta categoría son las competencias conocidas como boardercross, algo así como una carrera de motocross, pero sobre un snowboard.

Los más místicos son los "freeriders". Estos son los más solicitados por las revistas especializadas y productoras de videos, que en Estados Unidos son empresas multimillonarias. Ya sea en helicóptero (si el presupuesto lo permite) o a pie (el 99 por ciento de las veces), llegan hasta los lugares más apartados para lanzarse pendiente abajo en la forma más fluida y estilizada de este deporte.

Hacen trucos a los que llaman Methodair; Underflip, Bakcside Rodeo o 720 Cork. Estos términos que para cualquiera son imposibles de entender, pero que entre ellos son expresiones comunes y corrientes.

Les sacan filo a los cantos, deslizándose por un tubo plástico que simula la baranda de una escalera de cualquier edificio tipo Torres de San Borja de Santiago. Sin duda, tienen un aire más urbano de nuevo milenio. Los buzos enteros de tiro corto y apretados con los que se pavoneaban los esquiadores de los años 80 y 90 fueron desplazados por pantalones holgados con tiro largo, parcas XL, cintillos o jockeys con la visera hacia un lado.

¿Moda o comodidad?
Lo cierto es que es una combinación de ambas. Porque si bien los saltos y los trucos que implica este deporte requieren de cierta comodidad en el vestir, también hay algo de sentido de tribu en todo esto. Lo mismo pasa con el surf y hasta con los punks. Todas estas tendencias o disciplinas, más que un deporte o un estilo musical, son formas de vida, maneras de enfrentar la realidad por un camino paralelo. La pasión puede llegar tan lejos, que muchos hasta logran financiarse a través de auspicios, que en el caso de Chile cada vez son más, pero aún escasos. Así es la vida en la montaña, en la playa y en la calle.

"Estilo" chileno
Es paradójico que en un país con tanta montaña, el snowboard se haya demorado un poco en llegar a nuestro país, aunque menos que lo que tardó en llegar el surf. Sin embargo, la disciplina más popular de hoy en la montaña avanzó rápido y cada vez capta más adeptos.

Hasta una pequeña industria se ha generado en torno a este deporte, que contempla desde paseos, tiendas, tablas, ropa, revistas y videos. Sin duda que el punto de encuentro de los snowboarders en nuestro país es la revista "La Tabla", la más precursora de estas latitudes en lo que a este deporte se refiere. Al igual que su versión original dedicada al skate y otras publicaciones, como "Marejada", en el caso del surf, cada vez los auspiciadores se interesan con mayor seriedad por este mercado que ya empieza a mover millones.

En el invierno aquí en el polo sur y para la contratemporada en Europa, los profesionales chilenos siguen siendo una especie de Quijotes que por hacer lo que les gusta y llevar el tipo de vida con el que soñaron, dejan atrás las que pudieron ser vidas convencionales y hacen lo que pueden para competir y ganarse unos pesos con el snowboard. Fuera, en Estados Unidos o en Francia, quienes se dedican a esto hasta pueden llegar a ganar una buena suma de dinero y, si tienen suerte, algún truco puede llevar su nombre como el caso de Haakonslit.

En Chile, Juan Pablo Adisio, Spiro Razis y Christian Whehrham siguen siendo anónimos fuera del respeto que se les tiene entre los cultores de este deporte. No les faltan las ganas ni el estilo ni la onda. Probablemente, sólo sea cuestión de tiempo.