Conducir sobre el canto no es “estrictamente” necesario para bajar una pista disfrutando con seguridad, pero no podemos negar que se ha convertido en uno de los objetivos más perseguidos y que, además, resulta una manera eficiente y divertida de esquiar para la que, precisamente, se han diseñado los modernos esquís parabólicos. Veamos hoy unos trucos para mejorar nuestra conducción:
Seamos pacientes
Al inicio del viraje, si tenemos demasiada prisa por atravesar los esquís a la pendiente, derraparemos arruinando nuestra conducción. Demos espacio y tiempo al esquí para dirigirse hacia la máxima pendiente, por ejemplo, contando mentalmente o mediante el socorrido truco de sentir que pasamos de estar usando dos cantos a usar cuatro, y que de esos cuatro otra vez pasamos a dos.
Seamos progresivos
Al igual que al inicio de la curva, durante toda la fase de conducción tendremos que ser progresivos. Cualquier movimiento brusco hará que movamos los esquís lateralmente, derrapando.
Sintamos la nieve bajo los cantos y los cantos bajo los pies
Para llevar a cabo movimientos graduales y adaptarnos mejor al terreno, nada mejor como sentir qué está pasando "allá abajo". Centrarnos en ello, además de cortar con los cantos en la nieve de manera más eficiente, nos permitirá dosificar mucho mejor la presión que ejercemos y, en consecuencia, percibiendo la fricción bajo los pies, controlar cuanto aceleramos o desaceleramos.
Tomemos ángulos
Cuanto más ángulo adopten los esquís respecto del suelo, más cerrados podremos hacer los virajes, más presión soportarán los cantos en la fase final de la curva y, en consecuencia, mejor controlaremos la velocidad. Aprendamos a tomar ángulos desde los pies, pasando por las rodillas, la cadera y, por supuesto, mediante toda la inclinación que nos permita la fuerza centrífuga, haciendo, si es necesario, acopio de valor para tumbarnos decisivamente y acercar nuestro centro de gravedad al suelo. Eso sí, evitemos esa moda de hace años de inclinar con todo el cuerpo, sin angular la cadera, pues estaremos esquiando desequilibrados sobre el esquí interior.
En este fotomontaje podemos observar todos los conceptos aquí citados: paciencia (espacio y tiempo) al inicio del viraje, progresividad en los movimientos, toma de ángulos pronunciada paulatinamente, posición centrada y, finalmente, torso sólido a la máxima pendiente y clavado de bastón que contribuyen a una posición equilibrada sobre el esquí exterior. Esquiador Richard Berger. Foto cortesía del libro “Esquí, Rendimiento y Emoción", Desnivel 2008. © Carlos Guerrero Castillo
Esquiemos centrados
Al igual que con la inclinación, hace años se puso de moda “carvear” retrasados, pues el diseño de las colas y la flexibilidad de los esquís modernos permiten trazar curvas en posición retrasada, cuando las condiciones de la pista lo permiten. Evitemos esquiar retrasados, pues aparte de ser una “ilusión engañosa” de conducir correctamente, a la larga resulta desastroso para las articulaciones de las rodillas. Empujemos los pies hacia atrás, movamos la cadera hacia adelante o ambas cosas, y flexionemos los tobillos para iniciar las curvas, sintiendo la presión en los cantos desde la misma espátula del esquí.
Esquiemos con el torso sólido a la máxima pendiente
Como hemos explicado tantas veces, tanto si rotamos como si inclinamos la parte superior del cuerpo descoordinada o excesivamente, perjudicaremos nuestra conducción. Mantengamos el torso sólido e inmóvil en la dirección hacia la que vamos, o sea, cuesta abajo, clavando el bastón con ambos brazos bien adelantados y, en la medida de lo posible, paralelos a la línea del horizonte.
Esquiemos sobre el exterior
Si el exterior está conducido correctamente es muy posible que el interior lo haga también de manera natural. No arruinemos nuestra conducción con el esquí exterior, obsesionados con lo que hace el del lado interno de la curva. Coordinemos toda la curva con el clavado del bastón para equilibranos y dar un extra de presión a este esquí dominante.
En fin, sin olvidar que cualquier modelo perfeccionado requiere de práctica, esfuerzo, errores y horas de trabajo concentrado, sintamos los esquís bajo nuestros pies y establezcamos con ellos un “diálogo” mientras los ayudamos a “hacer su trabajo”. El trabajo para el que han sido diseñados.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2010