Hoy rescato de nuevo un artículo publicado hace dos años en la revista NIX que me parece merece ser releído.
ENTRENAMIENTO HOLISTA o la búsqueda de la felicidad
Puede sonar ingenuo, pero el futuro inmediato del entrenamiento y del aprendizaje deportivo va paralelo a la búsqueda de la (siempre pasajera, por otra parte) felicidad ¿Qué quiere decir esto exactamente? Pues que las tendencias modernas en la mejora del rendimiento siguen pautas similares a las que hoy algunas corrientes científicas señalan como los ingredientes de la buena salud anímica: entre otros, marcarse objetivos realistas, sugerentes, de dificultad creciente y que resulten más transcendentes que uno mismo. Nada nuevo, por otra parte, que cualquier persona corriente puede experimentar en cualquiera de las áreas de su vida y, por supuesto, que todos podemos aplicar para obtener bienestar psíquico y éxito juntos. Pero veamos qué camino nos trae a esta búsqueda de la escurridiza felicidad
Entrenamiento total
Lo primero es mirar al pasado. Las artes marciales asiáticas han contemplado desde hace siglos aspectos del rendimiento que en occidente teníamos olvidados desde la Antigua Grecia, y que hemos ido redescubriendo y rescatando en el último siglo. Así, tras la preminencia de la condición física y la técnica a principios del siglo XX, se ha ido reincorporando la psicología y luego las emociones para llegar a las teorías modernas sobre el flow: la fluencia, que tiene sorprendentes paralelismos con el japonés mushin-no-shin, datado en el siglo XII y que quizás cuente con más de dos mil años de antigüedad.
Hay dos cuestiones relevantes en todo esto. Por una parte la nueva visión holista de la práctica deportiva en la que se busca un equilibrio entre técnica, condición física, habilidades mentales, y emociones enriquecedoras que incluyen la interactuación con los demás y el entorno. Por otra, no se separa la experimentación del placer del rendimiento. Se considera en primer lugar que la obtención del placer no es una anécdota al margen de los resultados deportivos, sino que es un fin en si misma; en segundo lugar que la satisfacción, las emociones positivas, son una poderosa fuente de aumento de las prestaciones por sus características motivadores, favorecedoras de la concentración y de mejora de la eficiencia técnica y física, gracias a su naturaleza de información sensorial. Un ejemplo sencillo: un corredor de descenso al que le guste la velocidad experimentará unas emociones muy positivas resultado de percibir la aceleración, la gravedad y las grandes fuerzas externas a las que está sometido. Esa percepción sensorial placentera lo mantendrá muy focalizado en – precisamente - justo la clase de información que necesita para regular su movimiento. Esto, con la práctica y el entrenamiento, ocurrirá de manera seminconsciente haciéndole entrar en un estado de fluencia en el que lo único importante es el presente y las sensaciones que percibe. El placer de la velocidad, en este caso, será uno de los principales factores en su rendimiento y, de hecho, si no experimentase placer en lidiar con esas grandes fuerzas externas, difícilmente su cuerpo le permitiría descender rápido. A largo plazo, además, estos momentos de complacencia junto con las estrategias para alcanzarlos y mejorarlos, puede proporcionarle estados de bienestar más o menos permanente o, cuando menos, el estímulo de volver en busca de ellos.
Esquí, rendimiento y salud vital
Así, cualquiera que haya leído “Esquiar con los pies” o algún otro libro sobre aprendizaje o rendimiento deportivo, recordará que las estrategias para rendir de forma óptima son bien sencillas aunque requieran un compromiso y trabajo duro. Éstas son: plantearse objetivos de actuación claros, mensurables, ambiciosos pero realistas, y plantearlos a corto medio y largo plazo, revisándolos a medida que aumenta nuestro nivel de habilidad y de rendimiento. Otro elemento es el aprendizaje de las habilidades de focalización y concentración, adquiriendo el hábito de tener un diálogo interno objetivo y positivo y desechando los discursos negativos. Un tercer elemento es el control del nivel de excitación física y mental, que tienen una relación circular y resultan fáciles de controlar con técnicas sencillas de relajación.
Las teorías de la fluencia desarrolladas por la psicología positiva a partir de los años 90 señalan que estos son los elementos para aumentar el rendimiento pero, recientemente, también destacan que son algunos de los constituyentes de la buena salud psíquica. De la felicidad. Para ello haremos que las habilidades se incrementen paulatinamente junto a los desafíos a los que nos enfrentamos y le añadiremos un sencillo ingrediente: que las actividades en las que nos involucremos sean transcendentes y nos hagan sentir parte de algo mayor que nosotros mismos. Precisamente, al final de mi primer libro señalábamos que la práctica del esquí nos transciende estableciendo relaciones con los demás y el entorno, conectándonos con la Naturaleza. Posteriormente desarrollamos modesta aunque profusamente esa teoría de la conexión con el medio, la eficiencia y el bienestar en “Esquí moderno aplicado a la montaña” y “Esquí, rendimiento y emoción”.
Siguiendo con el ejemplo del corredor de descensos - que es aplicable a cualquier practicante de cualquier nivel - el planteamiento de objetivos cada vez más estimulantes mantendrá ese equilibrio entre sus habilidades y los desafíos a los que se enfrente, proporcionándole a la vez felicidad intrínseca y motivación para cumplir con los compromisos consigo mismo y su deporte. En cuanto a la transcendencia, es posible que al principio le baste con ese contacto con la naturaleza para sentir que participa de algo mayor que si mismo; más adelante quizás lo que lo trascienda sea participar con sus compañeros o representar a su equipo y, con el tiempo, tal vez, enseñar a otros las competencias que ha adquirido – familia, amigos o alumnos - le proporcione ese sentido de la trascendencia vital que da el compartir el conocimiento. En cualquier caso, este atleta o aficionado no habrá aprendido solo ejercicios físicos y técnicos que le permitan rendir más en su deporte, sino un compendio de destrezas existenciales para interactuar con el entorno, que le proporcionaran estados de plenitud y bienestar emocional. Se haga por ocio o competitivamente, el placer al practicar deportes y su verdadera significancia como fuente de salud anímica no se deja más al azar, sino que pasa a ser un ingrediente indispensable del rendimiento.
Jugar y fluir
Volviendo al razonamiento antropológico, el deporte es juego, y el juego es un mecanismo de supervivencia para relacionarse, adquirir habilidades y mejorar la condición física. Los cachorros de cualquier especie juegan para preparase para la defensa y la caza. Y a través del juego, además de interactuar emocionalmente con sus semejantes, experimentan placer. Si la Naturaleza ha dispuesto que éste sea una de las principales fuentes de motivación para practicar deportes, estaríamos muy ciegos para no apreciar ese camino aunque sea añadiéndoles nuestra propia pulsión humana de ir un poco más allá, convirtiendo el gozo espontáneo en algo más constructivo, trascendental y, en la medida de lo posible permanente, que llamamos felicidad.
Carlos Guerrero Castillo © 2012
Espero que les haya gustado este rescate de 2012, que nos puede venir muy bien para reflexionar sobre nuestros progresos, sus consecuencias y los pequeños reajustes que podamos introducir en este tramo final de la temporada, tanto para esquiar mejor como para estar más felices.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2014