El domingo, mientras esquiaba con mis hijos, me encontré con David. Fue un encuentro breve. “Estate atento, hay alerta”. -Me dijo- y desapareció por las pistas.
Seguí con la familia, hice mis recados, todo parecía normal, pero no lo era. En mi interior empezaban a moverse las mariposas del estómago, esas que te dicen que algo está a punto de pasar.
Y, mientras descansaba de tres días de esquí intenso, recibí el mensaje del jefe de los NWPD: “Powder alert! Powder alert!” Y empecé a preparar la mochila, revisar botas, elegir la ropa, … Comienza el ritual imprescindible para que al día siguiente todo vaya bien.
A la hora prevista y en el lugar indicado se presentó este esquiador turista con algo de nervios y muchas ganas. Elton, David, Javi y Joan, junto con Amalia estaban desayunando muy tranquilamente. ¿Qué pasa, no vamos? Y Javi, que lleva muchos días de nieve polvo en su cuerpo, levantó la vista del café y me dijo muy sereno: “tranquilo”. Al rato Elton hablaba con gente de la estación y se enteraba de las condiciones previstas. “10 minutos y nos vamos”.
En otras ocasiones había esquiado con casi todos los del grupo, excepto Joan, local de Pas de la Casa, Sergi y Mar.
Soplaba el viento ya en la base de la estación. Mala señal.
Decidieron los que mejor conocen “los rincones secretos” que iríamos a los bosques de Soldeu, yo soy más de calentar en pista primero, pero me tocó sufrir el calentamiento a lo bestia. Si yo estaba frío la nieve estaba casi perfecta, así que una cosa por la otra. Si toca sufrir un poco se sufre, los demás iban como entre nubes, ¡qué nivel de esquí! Me tengo que poner las pilas, porque yo quiero esquiar como ellos, estamos mejorando, pero me falta un puntito para soltarme en esos terrenos tan complicados para mí pero que tan buena nieve tienen. Poco a poco.
En las primeras bajadas se me atragantaba la pendiente. No era poca.
En la primera bajada Javi, David y Joan ya se animan con saltos y jueguecitos entre pinos y pequeñas canales, Elton no se corta tampoco, Sergi, Mar y yo estamos más parados, pero me da la impresión de que no será por mucho tiempo.
En la silla te das cuenta de que la adrenalina de todos está por las nubes, ha sido un buen comienzo y vamos a buscar más, tenemos mucho tiempo por delante, pero no podemos parar ni un instante, no hay casi gente, los sitios seleccionados no estarán “trillados”, hoy es un “lunes al pow”, no un sábado o domingo de los que te “petan" la estación antes de las diez de la mañana. Además, las zonas elegidas son menos accesibles y la mayoría de la gente no las conoce.
Yo quiero subir a Encampadana, la zona fuera pista por excelencia de El Tarter, pero hace viento y el instinto y el conocimiento de la estación de estos chicos nos lleva a otros sitios igual de disfrutones.
En esta ocasión hacemos una pala ancha y limpia. ¡Qué maravilla! Sin duda el esquiar nieve polvo te proporciona algo que no te proporciona ninguna otra actividad, al menos de las que se puedan contar aquí, y, además, abriríamos un extenso y complicado debate que seguro que habéis tenido con vuestros compañeros de esquí. Je, je. Como os decía, que os perdéis enseguida, la nieve polvo te da algo que nadie sabe qué es, pero que está muy próximo a la felicidad. En este tipo de palas abiertas y con buena pendiente sí puedo disfrutar de los giros y de la flotabilidad y disfruto como un niño el día de su cumpleaños. ¡Qué sensaciones! Además, el llevar delante a gente que esquía muy bien me ayuda a conseguir un buen ritmo y una cadencia que hace que los giros vengan uno detrás de otro, casi no has terminado uno y ya estás flotando hacia el siguiente.
En este tipo de palas se abre también un debate que existe a raíz de los nuevos materiales. ¿Giro amplio o giritos cortos? Yo no tengo duda, prefiero el giro corto y la sensación de flotabilidad, ese subir de los esquís hacia arriba que te lleva a la gloria y ese hundirte en la nube sabiendo que no vas a tocar el suelo. Yo me veo ahí, y ahí quiero seguir, aprendiendo un poco más para encadenarlos mejor. Pero en el grupo hay esquiadores experimentados como Alex y Joan con sus patines de 122 y de 132 en los esquís, ellos prefieren giro amplio y esquiar a fondo, la verdad es que lo disfrutan al máximo, lo saben hacer y es lo que quieren, quizás a mí me falte todavía más experiencia y me tenga que quitar miedos, pero creo que lo que estoy gozando ahora mismo, en esta pala, es difícilmente superable.
Transcurre la mañana y no sé ni qué hora es. No tengo frío, no tengo hambre, no hay nada que me moleste a mi alrededor, todo se centra en ir a por la próxima bajada. No sé si será la misma u otra, pero no me importa porque ninguna es nunca igual.
En las sillas se aprovecha siempre para hablar de bajadas, de material, de ropa de esquí, de marcas, también tienes ratos para conocer mejor a los del grupo. La nieve une mucho, cuando estás con la adrenalina a tope estás receptivo a todo, y te das cuenta de que el grupo es muy heterogéneo, cada uno tiene una vida distinta, edades diferentes, trabajos que no tienen nada que ver, y, sin embargo, una pasión idéntica. No sería capaz de decir quién es el que más está disfrutando, ni quién tiene más ganas de hacer la siguiente bajada. Ahí sí que el grupo es homogéneo, todos queremos lo mismo, y lo vamos a seguir disfrutando.
Con la salida de unos rayitos de sol nos vamos hacia la zona de Llosada, quizás valga la pena subir a Encampadana, desde luego yo lo estoy deseando, pero me fío de mis compañeros, ellos conocen mejor la estación. Además el sol desaparece enseguida, está bien que esté, pero tampoco lo echo de menos.
Poco a poco se acercan las dos y media de la tarde. Algunos de estos chicos han pospuesto sus obligaciones hasta después de comer y tarde o temprano la realidad llegará a nosotros y nos quitará la nieve polvo de debajo de nuestros esquís para introducirnos de nuevo en nuestra auténtica vida, pero hasta entonces repetimos la pala a la que llamamos “la disfrutona”, no será la más difícil ni la más escondida de la estación, pero el nombre lo dice todo, así que esa es la bajada con la que me quiero despedir de este lunes al “pow” que este grupo me ha regalado. Solo me queda dar las gracias a todos por una mañana de esquí inolvidable Desde ahora mis pensamientos están con esos copos tan caprichosos que vienen cuando quieren a cumplir nuestras ilusiones y nos roban el corazón hasta la próxima vez que decidan que podemos jugar con ellos. Espero que el día que los copos vuelvan suene mi “powder alert” y este grupo me vuelva a dar aunque sea la mitad de satisfacción que hoy.
Hay muchas fotos del día, pero sin duda me gusta mucho esta:
Ya en el coche me fijo en la furgoneta de Elton, ¿no os gusta?
¿Pero no te vas?
Se me había olvidado por completo que tengo unos nuevos esquís de boreas y que están con los cantos recién hechos. ¡Todavía tengo dos horas para probarlos y la nieve está magnífica! Solo deciros que son dos misiles nieve-nieve, van de fábula y las pistas están perfectas para probarlos. Mis sensaciones con ellos os las contaré otro día, pero os adelanto que la pista FIS Aliga de El Tarter es un lugar de lujo para sacar su potencial. Además, como tenía muchas ganas me quedé hasta el final en la estación, no quedaba más que el personal encargado de su cierre y yo. Me valió la pena apurar hasta el final.
Un abrazo a todos, nos vemos en las pistas, o, mejor todavía, fuera de ellas. Sed prudentes, llevar el equipo adecuado y, sobre todo, sabed por dónde esquiáis y con quién.
NOTA DE ÚLTIMA HORA: Me comunican que hoy también ha habido sesión y me mandan dos fotos de Alex, David y Javi, creo que tampoco hoy han perdido el tiempo.
(*) Muchas de las fotos de este artículo son propiedad de NWPD, les agradezco la gentileza de dejármelas.
Nota del autor: Las fotos aquí publicadas no son "demostraciones de escuela" y no tienen la intención de servir como modelo, sino como mero refuerzo gráfico para el texto. Tengan en cuenta que el autor no es un profesional del esquí y que tanto las ideas vertidas como las ilustraciones sólo muestran la visión y el estilo personal del autor. El esquí es un deporte complejo y que puede ser arriesgado; su aprendizaje y perfeccionamiento es un proceso continuo en el que todos, y por supuesto el autor, estamos inmersos permanentemente; el lector debe interpretar estos artículos según su mejor criterio de prudencia.