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De la mano de “Los Diez Amigos Limited” la sociedad granadina se inicia en el excursionismo y la exploración de las montañas, pero esto sucedía en el S. XIX.
Adentrado el s. XX hacía tiempo que fluía en Granada un interés por el acercamiento y descubrimiento de la sierra, el montañismo y los deportes de invierno que unos pocos aficionados ya practicaban en torno a 1915, originando nuevas iniciativas. Finalizando 1919 sale ya a subasta la construcción de la carretera que simultanea en parte el antiguo camino de los neveros, aquellos que por oficio tenían el surtir en verano de nieve a Granada. Le sigue la construcción del tranvía Granada-Sierra Nevada allá por 1920, que cinco años después hace su primer viaje, el pretendido funicular del barranco de San Juan, la construcción del hotel Sierra Nevada y los distintos refugios ó albergues de la Sociedad Sierra Nevada, los de Obras Públicas, el Universitario y otros.
El terrero estaba abonado para que surgiera con fuerza el desarrollo del esquí, dándose los primeros pasos de manera organizada en la Semana Santa de 1925, en que la Sociedad Sierra Nevada organizó, para los días 8 al 10 de abril una serie de actividades entre carrera de fondo por los peñones de San Francisco, excursiones al Veleta, concurso de salto, habilidad, velocidad , participan un grupo no demasiado numeroso de aficionados madrileños y granadinos, lo cierto es, que no continuaron estos encuentros organizados, pero la afición si se incrementaría paulatinamente, dándole un empuje el nacimiento del Club Penibético en 1927, algunos de sus fundadores aquel invierno con sus artesanos esquís ya hacen sus descensos.
Pero es en 1928 cuando toma con más dinamismo debido al ahínco del Duque de San Pedro el despertar deportivo de la sierra, pues imprime optimismo a los miembros de Club Penibético para que organicen una Semana Deportiva y consigan que acudan participantes de cualquier lugar de España donde existan clubes ó agrupaciones, así pues las cosas, comienzan las gestiones con organismos, invitaciones, preparativos, etc. Lo cierto es que algunos aficionados locales dan sus primeros pasos en el aprendizaje y otros más avezados perfeccionan para participar en la Semana Deportiva, y en febrero de 1928 miembros tanto del Club Penibético como de la Sociedad Sierra Nevada disfrutaron de unos días en la nieve, y precisamente de esas jornadas es fruto el artículo escrito en Granada por Carlos García Ortiz de Villajos “La grandiosa Sierra Nevada” publicado en la prestigiosa revista Estampa, en marzo de ese mismo año y que es el que a continuación reproduzco junto a las tres fotografías que lo ilustran, por el interés que este tipo de crónicas tenia para la época y tiene actualmente, al menos a mi juico, como documento histórico, súmese esta referencia hemerográfica a la ya larga lista existente, y recopilada por el acreditado investigador Manuel Titos Martínez.
Y hasta Sierra Nevada vinieron esquiadores/as del Club Alpino Español, de Peñalara, de la Federación Vasco-Navarra, de la Asociación Alpinista Granadina, del Club Penibético y de Sociedad Sierra Nevada, que en sus jornadas del 2 al 6 de abril y entre carreras, descensos y saltos marcaron una huella indeleble en las nieves del sur. Después de aquella Semana Deportiva le siguieron otras y otras, aquí en mi modesto saber, comenzó la gran aventura divulgadora para el desarrollo turístico-deportivo de Sierra Nevada.
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La Grandiosa Sierra Nevada.
Hasta hace unos años, Sierra Nevada reservaba sus maravillas panorámicas para los humildes pobladores de los pueblecitos de la Alta Alpujarra, que se adentraban en el misterio de sus nieves perpetuas a la búsqueda de plantas aromáticas o medicinales, o acuciados por las vicisitudes de sus obscuras empresas cinegéticas, en persecución de zorros y cabras monteses. Fuera de estos audaces explotadores de la Sierra solo un pequeño grupo de deportistas y geógrafos atrevíanse a sorprender los secretos de las más altas cumbres de la orografía nacional, con excursiones aisladas.
Más surgió un prócer granadino, el Duque de San Pedro de Galatino, que públicamente, manifestó su cariño a la Sierra. Y convencido de que en ella debía tener Granada un espléndido tesoro de salud y una fuente inagotable de riquezas si sabiamente se encauza hacia Sierra Nevada el turismo internacional, hizo abrir una carretera, tendió un ferrocarril eléctrico y erigió un magnifico hotel a una altura de 1.500 metros sobre el nivel del mar. El paso definitivo para facilitar el conocimiento y explotación de la Sierra estaba dado, y al alcance del más pusilánime turista las sublimidades de su belleza panorámica incomparable.
Hoy se va a la Sierra en pleno invierno, y como prueba visible, contemple el lector las fotografías que ilustran estas líneas, obtenidas días pasados, en que los miembros directivos de la Sociedad Sierra Nevada y Club Penibético efectuaron una interesante excursión, preparatoria de la gran semana deportiva que para el próximo abril se organiza, y a la que tienen anunciada su asistencia prestigiosos núcleos de alpinistas españoles y extranjeros, que se disputarán valiosos premios e importantes campeonatos de deportes en la nieve. Obsérvese en nuestras fotos la grandiosa emotividad del paisaje penibético, en el que las siluetas de los atrevidos excursionistas se acusan sobre el fondo inmaculado de las nieves perpetuas de Picacho, a 3.470 metros de altura, y la brava belleza del Mulhacen, con sus 3.481 metros sobre el nivel del mar, sorprendida desde el Balcón del Veleta, y que, a su prestigio de ser la cumbre más alta de España y una de las primeras de Europa, une el que le dio la leyenda. Los magníficos albergues de San Francisco, propiedad de la Sociedad Sierra Nevada, a 2.400 metros de altura, elevan sus cúpulas de pagoda india en el desierto de nieve que los rodea, ofreciendo al excursionista su hospitalidad de oasis en donde encontrar blando lecho y confortador hogar.
Y absorto ante la grandeza del paisaje, en este otro grabado el deportista, sobre un petrificado oleaje de hielo, se extasía admirando el gran circo en que nace el barranco el barranco de San Juan, famoso por sus ricas canteras de serpentina, de inagotable producción. Sierra Nevada, que antes parecía únicamente destinada a servir de fondo incomparable a la Granada mora, ahora muéstrase accesible en todo tiempo y pródiga de sus bellezas.
La voluntad cumplida de un prócer distinguido, el espíritu aventurero de un grupo de entusiastas deportistas y los estudios incesantes de un pequeño núcleo de geógrafos y geólogos, han hecho el milagro. Con él, las perspectivas del turismo nacional adquieren una amplitud extraordinaria y los deportes de invierno, tan sanos, tan nobles y tan fortalecedores de la raza, un ancho campo que, indudablemente, se aprovechará con grandes ventajas para la juventud española.
Granada. C.G. Ortiz de Villajos
Fotos de la Sociedad Sierra Nevada y Club Penibético.