Una idea en la cabeza, unas gestiones en el Club Alpino de la universidad y una hora indecente en el despertador...
Desayuno XXL, y ruido metálico en la mochila, señal de día de montaña. Ruta alternativa hasta Cotos, dejando tiempo al amanecer. Este jabalí le tiene aún mucho cariño a la Sierra que le vió ponerse por primera vez unos esquís, y quería disfrutar algo más de su calma nocturna.
Ritmo tranquilo, las botas de pista con crampones no permiten mucha velocidad!! Sin cronómetros, parando para sacar fotos al "fuego" del cielo en estos primeros momentos del día. El bosque de Cotos está espectacular...
Al salir hacia la loma de Dos Hermanas, he descubierto uno de esos fenómenos meteorológicos que cuesta tanto ver: la lluvia engelante. La cota de nieve sube, pero en superficie siguen las temperaturas negativas. El resultado, las gotas de lluvia que caen se congelan nada más tocar el suelo, lo que se traduce en una capa de un par de centímetros de hielo por encima de todo.
Para subir con crampones, genial. Para bajar...uhm
Encuentro por allí con Raúl, un gran tipo, amante de la montaña y con el que estoy seguro de que repetiré alguna salida por allí arriba. Apenas 10 minutos de charreta de esas que gustan. Y además me sacó la única foto en la que se me ve...
A seguir apatrullando la sierra, socio!!
Apenas media decena de personas subiendo, en un amanecer ventoso y frío. Pese a llevar gente delante y detrás, la sensación de soledad era curiosa. La poca luz, el sonido de los crampones...cúmulo de sensaciones dispares.
La idea inicial, Peñalara, se desvanece a unos 2100m. No por cansancio, ni por condiciones. Simplemente una pequeña pausa en un balcón al valle hace que cambie de idea...
10-15 minutos de silencio y paz interior. La mejor droga para los yonkis de la montaña.
Ahí te quedas, Peñalara. Experiencia cumbre para otro momento, por hoy me voy más que feliz...
Para abajo, primeros metros de mármol. Piano, piano, controlando. Foto aquí, foto allí. A veces el slow-ski es la solución...
Belleza en cada metro, la lluvia engelante destroza la esquiada, pero deja buenas imágenes en la cabeza. Es lo bonito de la montaña, en este juego con ella no siempre llevamos las de ganar...
Al llegar abajo, cosas al coche y rápido a Navacerrada, a por el ya mítico café con gofre del Dos Castillas...lujazo
Pese a todo, siempre tiene que haber algo discordante en estos días. La siguiente foto es del parking de Cotos cuando volví, sobre las 10:00AM...
No sé si será que cada vez me estoy volviendo más montañés (que puede ser), pero cada vez soporto menos las aglomeraciones. Estoy harto de ver gente subir a la montaña con sus Serie 3, Leones, Cayennes y demás, culeando en cada curva del puerto de turno y haciendo trompos en un parking lleno de coches y gente.
Harto de que la gente se compre un plumas caro, unos esquís de 1000€ y de que pretendan pasar por encima del resto. Harto de que la gente se alquile unas raquetas y se ponga a subir por donde le de la gana, sin tener ni idea y poniendo en peligro a los demás. Harto de que muchos "montañeros" de salón ni siquiera respondan a un "buenos días".
Harto de que la sierra de Madrid se esté convirtiendo cada vez más en un circo. Esta no es la montaña que me gusta. Quizás por eso prefiero meterme 500km de carretera hacia el norte antes que echar una mañana en Valdesquí.
La Sierra madrileña es bella, y como me decía una amiga, será el tesoro de quiénes hemos tenido el placer de descubrirla. Pero desgraciadamente, para ello hay que ir a contracorriente del resto. Eso sí, el día que lo haces, como ha sido esta mañana...vuelves a casa feliz.