Aspectos asociados a la personalidad: la autocompasión (2ª parte)

Aspectos asociados a la personalidad: la autocompasión (2ª parte)
En el artículo anterior iniciamos el desarrollo de la autocompasión. Aquí proseguiremos con la segunda parte.

Las emociones negativas que surgen como efectos perjudiciales de errores cometidos y de frustraciones sobre rendimientos insuficientes afectan nuestros futuros rendimientos formando un círculo vicioso. Ciertos esquiadores recreativos y atletas están convencidos de que deben sentirse así luego de incurrir en faltas o ante lo que consideran un fracaso. Este razonamiento surge de una falsa creencia porque, de lo contrario, significaría que no les interesa obtener un buen rendimiento, la cual es una falacia que causa mucho daño al bienestar psicológico. Por el contrario, la autocompasión es una actitud emocionalmente positiva que nos protege de las consecuencias negativas que genera la autoevaluación crítica y la comparación social degradante.

Ser autocompasivo también indica tendencia a mostrar compasión con los demás. El profesor o el entrenador que es compasivo con sí mismo es propenso a demostrar amabilidad al tranquilizar a sus alumnos o atletas remarcando que cometer errores es humano, promoviendo la focalización en el mejoramiento de las habilidades y alentando el esfuerzo hacia las metas propuestas. Por el contrario, el profesional excesivamente autocrítico tiende a serlo con los demás, reprochando los errores y señalando los fracasos ajenos.

Paul Gilbert, psicólogo clínico y escritor, propone tres sistemas reguladores de las emociones. El primer sistema es emocionalmente negativo: es el de amenaza y protección, en el que la interacción con las amenazas dispara mecanismos de supervivencia asociados a emociones negativas como el miedo, el enojo, la culpa y la aversión. El segundo sistema es el del impulso y la exaltación, el cual motiva a la acción que otorga satisfacciones y recompensas como el éxito, el poder, o el estatus. Finalmente, el sistema de gratificación, de calma y de conexión se activa para aliviar el estrés y promover la simpatía, la empatía y la compasión. Estos dos últimos sistemas se caracterizan por emitir emociones positivas. Este autor sostiene que este sistema se ve estimulado por la autocompasión, colaborando en la inhibición del mecanismo de protección y de amenaza. Postula que este modelo regulador de las emociones funciona apropiadamente cuando permitimos una interacción flexible entre los dos últimos sistemas y, por el contrario, se vuelve inflexible cuando nos autocriticamos y autoinculpamos dejándonos atrapar en el espiral descendente del sistema de amenaza y de protección.      

Las investigaciones han determinado que, si practicamos la autocompasión, tenemos menos miedo a cometer errores y, cuando lo hacemos, simplemente lo intentamos otra vez porque somos conscientes de nuestras debilidades y no las juzgamos negativamente sino como un aspecto que forma parte de nuestra naturaleza. Altos niveles de autocompasión se asocian al incremento de la felicidad, el optimismo y la curiosidad al mismo tiempo que disminuye la ansiedad, los pensamientos negativos y el temor a fracasar, según Kristin Neff.     

Cuando tememos los efectos del fracaso, inhibimos nuestras capacidades para empujar los propios límites, para arriesgarnos o, inclusive, para intentarlo. Por otro lado, la aceptación del fracaso personal tiende a promover la motivación para la autosuperación.

El proceso autocompasivo funciona de esta manera:

  • Primero experimentamos una dificultad.
  • Luego reconocemos la situación y dejamos que los sentimientos y pensamientos afloren, pero sin juzgarlos.
  • Posteriormente nos involucramos mediante una actitud saludable hacia nosotros mismos a través del autodiálogo amable y motivante, reduciendo la tendencia inicial a la autocrítica destructiva.
  • Proseguimos con la automotivación y el compromiso para solucionar las circunstancias preguntándonos sobre lo que tenemos que hacer y acercarnos así a nuestros objetivos venciendo la adversidad momentánea.

Los beneficios de la autocompasión son:

  • Influye en la mejoría de nuestras falencias psicológicas.
  • Promueve un mejor rendimiento.
  • Aumenta nuestra motivación.
  • Suscita predisposición para nuestro progreso.
  • Colabora con la autorreflexión sobre nuestras debilidades personales.
  • Reporta una mejor predisposición para mejorarlas.

Conclusión:

✔️ La autocompasión es una herramienta eficaz para eliminar los propios temores porque promueve lo mejor de nosotros, permitiéndonos ser más felices con la actividad que nos apasiona.

Hemos finalizado aquí el desarrollo de la autocompasión. En la próxima oportunidad hablaremos de la autoexigencia, de la autosuperación y de la autorrealización.

¡Hasta la próxima!

 

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