Me alegra empezar el año con buenas sensaciones, y felizmente nuestra venerada Pinilla da pie a ello. Mi experiencia personal de estos dos pasados fines de semana me hace albergar esperanzas y ver luz en el que tal vez haya sido el gran «agujero negro» de la estación: el trato personal de sus empleados. Ciertamente es la impresión de apenas cuatro días de esquí, estamos a principio de temporada y había relativamente poca gente, pero la impresión es que las cosas mejoran. He percibido más y mejor atención de los empleados (con las inevitables excepciones), tanto en los tornos de abajo como en la zona del Gran Plató, con más interés y dedicación. Y creo que es de justicia reflejarlo aquí, donde tanta caña (seguramente con mucha razón) se le ha dado a la estación por este tema. Para mí, la cosa mejora sensiblemente.
Probablemente haya habido alguna charla desde “lo alto” recalcando la importancia que tiene el buen trato al cliente y recordando al personal que en definitiva ellos son la imagen de la propia estación, y que también les va mucho en ello. De nada sirve una publicidad maravillosa, tener un montón de nieve como la temporada pasada, y un trabajo de preparación y mantenimiento de pistas como ya quisieran muchas de las “
grandes”, si luego el currito de turno lo tira todo por tierra por una actitud impropia de alguien que trabaja de cara al púbico. En todo caso, reitero que se ve un cambio a mejor que ojalá se vea sustentado por unas condiciones meteorológicas acordes con lo esperado.
Hay pues una clara mejoría, pero a mi entender falta todavía un pequeño punto por corregir para que se destierre definitivamente el fantasma del mal trato pinillero: la «
anticipación». Considero que quien está al cargo de [control de los tornos de entrada-acceso a la silla-atención de un telesquí-cuidado de la alfombras-etc.] debe tener una actitud más
proactiva, como gustan decir los “modelnos”, y adelantarse a las necesidades del cliente, facilitando el acceso al remonte, ayudando en lo posible a los menos hábiles en estos mensteres, educando y corrigiendo los errores e imprudencias que podamos cometer los usuarios (léase, amontonamientos en la llegada de la silla del Testero), sin esperar a que se requieran sus servicios. Especialmente considero que hay que hacer hincapié en las zonas de debutantes y lo relacionado los niños, donde un buen trato a quienes empiezan puede convertirles en clientes fieles, y una falta de atención puede dar al traste con su ilusión por la nieve, perdiendo su confianza y generando incluso rechazo hacia la estación.
Pues eso, que al César lo que es del César: La Pini mejora en su punto más flaco y debemos sentirnos felices y agradecidos por el esfuerzo. Si se sigue por ese camino, será sin duda alguna la estación de referencia del centro de España. Ya sabéis: “La Pinilla, del esquí la maravilla”.
El Barón (del tostón un campeón).