Cinco el sábado y
uno el domingo (que yo viese; me consta que hubo más). Hablo de descerebrados que saltaron en marcha desde el telesilla Super-Express, en
La Pinilla. Y todos en el mismo punto: la
pilona 14. Se da la circunstancia de que tal pilona se encuentra justo en el comienzo de la pista "El Bosque", y en ese lugar la silla pasa apenas a un par de metros del suelo.
Para quienes no la conozcáis "El Bosque" es una preciosa pista entre árboles, que discurre justo por debajo de las línea del telesilla Super-Express, y a la cual se accede tras unos 100 mts. de andar/remar por un plano. Es cansado, es un rollo, es aburrido caminar, y a todos nos llevan los demonios cuando queremos bajar por allí. Pero eso de ningún modo justifica que se salte en marcha de un remonte. Las consecuencias de tal inconsciencia podrían ser fatales: si por un casual les da por tirarse a todos a la vez, lo más probable es que el telesilla se saliese de las poleas y se viniera abajo. No quiero ni pensar la tragedia que podría ocurrir.
Da la casualidad de que en los dos casos yo me hallaba a escasos tres metros del lugar en que saltaron, en compañía de tres niños de menos de 10 años ¿Os apetece imaginar qué pasaría si les caen encima a los pequeños? A mí tampoco.
El sábado fueron cinco
surferos respetables usuarios de las instalaciones los que saltaron delante de mi cara. Primero perplejo, y luego indignado, me fui hacia ellos con una rabia que malamente podía disimular. Les pedí explicaciones acerca de su "hazaña" y sólo obtuve como respuesta unas caras del tipo "¿pero éste qué me está contando?". Seguí echándoles una bronca de tres pares de narices, y tratando de explicarles que no era un mero capricho mío: que estaban poniendo en peligro la vida de otras personas (la suya me importa un pimiento). Tras unos minutos de chorreo, cuatro de ellos más o menos aceptaron y reconocieron que no había sido buena idea saltar en marcha ("No, si es que hemos visto a unos saltar antes, y como así nos evitamos patear hasta aquí..."
, y medio entendieron (creo) la gravedad del asunto. (Pero como en todo gallinero hay un gallo, todavía el quinto rebuznaba "¡que vale, tío! ¡que ya me lo has contado!". Espero que
ese no vuelva).
El del domingo era un pobre diablo
palillero respetable usuario de las instalaciones que tuvo la mala suerte de caer (también) delante de mí y los niños. Sólo comentaré que cuando me vio ir hacia él, totalmente encendido, debió ponerse en "modo Obama" y pensar: "Dios, la he cagado".
Dicho esto, y más allá de la anécdota, creo que la gravedad de los hechos es de tal magnitud que la Estación debería tomar medidas
ya: si esperamos a que se produzca una tragedia, será demasiado tarde. Seguro.
El Barón.
