Como veo que mis compañeros skiamadeanos están de lo más vago a la hora de subir fotos, y dado que soy la que más tiempo libre tiene
, voy a mostraros cómo es el pueblo en el que estuvimos alojados.
Radstadt es un pueblo perdido de la mano de Dios que no viene ni en los mapas, y no hay quien lo encuentre
Es broooomaa
, la verdad es que las carreteras están señalizadísimas y Radstadt está a dos minutos de la autopista, así que no podíamos haber elegido un sitio más conveniente pero, a la vez, con más encanto. Es un pueblo medieval precioso lleno de rincones por descubrir.
Me gustaron las murallas del pueblo, la majestuosa torre de la iglesia alzándose entre las típicas casas austriacas... La gente de Radstadt cuida su entorno y lo mantiene no sólo pulcro, sino atractivo a los visitantes. Todos los hoteles tienen su banderita austriaca con el cartel de "habitaciones libres"...
Añado otra foto que ya he posteado en otro sitio, correspondiente al mundo del esquí. Las aceras están llenas de estrellas en homenaje a los mejores esquiadores que ha dado la zona, igual que Hollywood tiene su paseo de la fama en honor de los mejores cineastas. Vas caminando por las calles de Radstadt y vas viendo nombres de esquiadores por todos lados. No es sorprendente: la gente empieza a esquiar a los dos años entre las tablas de sus padres, y para cuando les llega la edad de ir al cole, ya se deslizan perfectamente por las blancas laderas! Aquí tenéis la estrella de Hermann Maier, nacido en el vecino pueblo de Flachau:
Evidentemente, un pueblo que recibe tantos visitantes al año cuida con mimo sus tiendas y comercios. Ya habéis visto algún gasthof. Ahora os pongo una juguetería graciosísima y la tienda donde alquilamos nuestros esquís hasta que la aerolínea se dignó devolvernos los nuestros.
En Klieber nos atendieron de maravilla. Aparte de tener buenos precios (esquís Atomic de gama media por una semana, 35 euros), nos pusieron todo el equipo a punto con unas máquinas de una precisión tremenda (alucinamos cuando vimos cómo lo hacían, ¡sólo tardaban 10 minutos!). Cantos y suelas impecables por 14 euros. Incluso un día que tuvimos problemas con el horario porque queríamos ver mil sitios en poco tiempo y se nos cruzaban los planes, Herr Klieber nos enseñó dónde vivía para que le fuéramos a buscar al medio día, en horario de cierre de la tienda, y le lleváramos los esquís para hacérnoslos en el momento.
La gente de Radstadt se volcó con nosotros... por no mencionar a Otto Fritsch, de la Oficina de Turismo del pueblo, que venía todas las noches al hotel a sugerirnos planes y ver qué tal nos iba.
Y he dejado para el final nuestro hotel, el Gasthof Löcker, porque aunque a todos nos atendieron fenomenal, conmigo se volcaron. De hecho, el último día pedí permiso para dejar la habitación varias horas más tarde de lo establecido, y no pusieron problema. Por si fuera poco, Juanmitax y yo comimos allí el día del regreso (no podía yo ir muy lejos con la rodilla en ese estado) y ni siquiera nos cobraron los menús. No en todas partes te tratan así!!
Volveré.
No cambio el Nenuco por nada del mundo.
Y en cuanto al vídeo, por favor que algún moderador compasivo edite esos trozos para que se me vea angulando y extrusionando mejor 
