Aprovechando la caló y que mi mujer y los niños tenían "plan"
me escapé a Valdesquí a desgastar un poco el mono y de paso, ver si me acuerdo de cómo se esquiaba.
Para esquiar, lo mejor de la primavera es que se quita toda la gente... esa que no deja ver la nieve. Mucha gente deja de esquiar porque están pensando en playita -allá ellos, que todavía queda mucho- y otros tantos por terror a la nieve papa.
A mi, por buena que me parezca la nieve papa, si le veo algunos problemas. Pero hay algo junto a las pistas que debe llamaros la atención.
Cuando amanece, si ha helado la noche anterior, fuera de pista nos encontramos con el terror de las nieves: la nieve costra. Es el castigo de la montaña al esquiador que madruga. Cuando el sol consigue derretir la primera capa de hielo, nos encontramos con una nieve apelmazada pero suave. Seguramente pisada mil veces en los meses de vida que tiene, pero uniforme.
Es la "nieve cremita". Sobre la montaña han untado crema solar, de la que mas vale que no se nos olvide ir bien surtidos.
El sábado disfruté de lo lindo, como si la nieve hubiese caido ayer. Esquiar con la misma suavidad que en nieve virgen... simplemente hay que buscar a las 2 de la tarde una buena pala que se vea uniforme y que no brille.
Ahora me voy a Sierra Nevada y no se si prefiero que no nieve.
