Para el foro de escalada, y dando un poco de empuje a lo expuesto por Chuchín. Esto lo puse días atrás en el otro foro, lo repito aquí. FELICES FIESTAS Y MEJORES ESCALADAS.
Primera invernal a la vía “Extraplomos del Veleta”.-
Día 23 y 24 de Diciembre del año 1972.-
Cordada: Javier Casanova y Rafa Monleón
Granada estación del tranvía de Sierra nevada, sobre las 14:30horas del día 25. Cargados con las pesadas mochilas y con toda la ilusión de mis 19 años subimos al tranvía; éste nos conduce hasta el pueblo de Pinos Genil, donde al principio de la carretera en la primera cuesta nos ponemos a hacer auto stop-(como sabréis esta era la única carretera para subir a Sierra Nevada). Si, autostop. El progreso y la economía aún no habían llegado a estos montañeritos de a pie. Gracias a unos recién casados que subían a ver Sierra Nevada, conduciendo un Renault 8, pudimos aproximarnos.
Nos dejan en el albergue universitario y desde aquí emprendemos la marcha hasta las posiciones del Veleta. Una vez en el lugar bajamos al corral por la zona del veredón. Todavía no existía el hierro y la argolla para descender con rappel.
Esa noche la pasamos cerca del túnel, en un pequeño refugio bajo una piedra y que es perfecto para pasar la noche; tiene cabida para dos o tres personas y supongo que aún se conservará estupendamente-(lo digo para el que no lo sepa).
Aquel año la nieve no había sido muy generosa y la cantidad era más bien tirando a poca, pero lo que importaba es que era invierno y la ilusión de conseguir una 1ª invernal de dificultad en el muro norte del Veleta. Cual fue nuestra sorpresa, cuando estando en el corral instalados, observamos descender a tres montañeros. Por supuesto, conocidos y por supuesto “cordada rival”. En los círculos montañeros se había comentado lo de intentar los extraplomos; éramos un mundillo pequeño, y claro , muchos querían hacer dicha ascensión. Al final nos encontramos allí dos cordadas.
Creo que esta segunda cordada durmió en tienda de campaña, ahora no lo recuerdo bien.
Omito los nombres de dichas personas por derecho a su intimidad y el respeto a no poner nombres sin su permiso. Nos saludamos cordialmente, como regla de buena educación, pero bueno, la pared estaba ahí. ¿Quién comenzaría primero?.
Cada uno a su agujero, Se pasa la noche en el corral. Amanece.
Día 24 Diciembre 1972.
Con las primeras luces del día mi compañero y yo nos preparamos para la ascensión. Por supuesto llevábamos ventaja, éramos dos y un vivac se levanta rápido. Otra ventaja era que este compañero y yo habíamos hecho la vía el verano de ese año casi todos los fines de semana, la conocíamos al dedillo. Rumbo para la pared. La otra cordada más tranquilamente va levantando su campamento, creo recordar que cruzamos algunas palabras. Creo igualmente recordar que alguno de dicha cordada-(no estoy muy seguro), no había hecho la vía en verano.
Atacamos la pared sorteando la rimalla. Toda la primera grieta adosada a la pared y que supone el primer largo estaba cubierta de nieve, pero evitamos esta, yendo por la parte izquierda. No supone más problema que en verano, excepto que escalábamos con botas más pesadas y mochilas, llevando incluso sacos de dormir dentro por si se complicaba la ascensión y se realizaba un hipotético vivac. Reunión del primer largo arriba de la grieta. Segundo largo hasta un pequeño resalte de roca, empezamos a tocar nieve en la pared, pero sin suponer dificultad y peligro añadido, se supera cómodamente. El tercer largo nos conduce hasta el gran vasar. Hasta llegar a el hay nieve dura en los agarres, lo que hace peligroso el avance. No llega a ser hielo, lo que evita que el pie resbale, dado que no llevamos crampones puestos. Alcanzamos el gran vasar, este , está lleno de nieve, pero no nos inquieta, dado que es prácticamente horizontal y no hay pendiente. Se ataca la primera zona de dificultad, las placas y pequeños diedros clavados con expansiones. Todo este recorrido sin nieve, claro que por supuesto por estar al amparo del extraplomo de los grandes techos. Todo ello se hace con estribos, era lo que se hacía, ahora creo que lo sacan en libre-(todo progresa). Los crampones aún no los habíamos usados, no habían hecho falta.
Cuando atacábamos este lugar, la cordada de tres personas comenzaba la escalada de la pared-(tres son multitud para este tipo de ascensiones ), se avanza muy lentamente. Estos avanzaban y progresaban demasiado lentos.
Las vistas sobre el corral eran impresionantes. Nuestra juventud veía el peligro, pero el instinto de conservación te hacía prudente, el miedo a otro campo de juego desconocido como una pared con nieve en la alta montaña era palpable. El ambiente del frío, el silencio, daba una pincelada más a la subida de adrenalina. Éramos muy jóvenes, y no estábamos curtidos en este campo con el blanco elemento. Nada tenía que ver este lugar con los canutos clásicos ya subidos. Pero estábamos ahí. ¿Por qué motivo.? ¿Qué nos impulsaba a este desafío.? Para nosotros ese momento era a la vez mágico y terrible. Jugábamos a ser alpinista, a emular a tal personaje mítico de la época. Era la ilusión y las ganas de aventura. No se había hecho antes nada parecido en esta Sierra, inconscientes o locos jugábamos a ser héroes. Pienso que los grandes de este deporte habían empezado por una primera vez y esta, era la nuestra. Después, por unas cosas o por otras, te ves estancado y catapultado a los caminos de la vida que nada tienen que ver con los sueños de juventud.
Superadas las placas nos metemos debajo de los techos. La otra cordada aún no ha superado el gran vasar, mucho nos tememos que les pille la noche y tengan que quedarse en la pared.
Hacemos el recorrido hasta el pequeño rappel; muy inseguro pues siempre recuerdo dos clavijas clavadas de mala manera, no se podía hacer otra cosa. Comentamos que habría que clavar alguna expansión, pero esto ya se hará en verano.
Llegamos debajo del primer extraplomo. Todo esto sin nieve, es lo bueno de estar a cubierto y de la comodidad de hacer la pared como si fuese verano. Pero lo malo está por venir. Desde la base del primer extraplomo vemos una gran cornisa de nieve que nos saluda en la salida. Ahí está la clave de esta pared en invierno. Ahí venía el “acojono”. Superados estos extraplomos nos situamos para salir, estamos en el último largo. Hay que ponerse los crampones.
Son casi las 16 horas, queda poca luz, llevamos unas siete horas metidos en la pared.
Estando en este lugar la cordada de tres montañeros ha llegado al gran vasar. Demasiado tiempo han tardado, nuestros presintimientos vemos que se cumplen, se tendrán que quedar en la pared. Al mismo tiempo nos inquietamos. Pensábamos que llegarían a retirarse cuando la progresión era tan lenta. En ese lugar, retirarse, aún era más complicado.
Hacía mucho frío . Se les avecinaba una mala noche.
Tampoco podíamos hacer nada por ellos en ese momento. No había móviles, no teníamos ni coche para volver a Granada. Estos montañeros estaban bien, pero la noche es la noche. No sabíamos ni la ropa que llevarían, nada de nada.
Iniciamos el último largo, recuerdo que desde aquí veíamos la cordada y le dábamos voces, unas veces animándolos, otras veces que rapelaran.
Metemos un estribo en el último techo, también se hacía así en verano. Pero todo fue una “putada”: las puntas de los crampones se atrancaban en el estribo, complicando el intento de salida.Tras pelear con el estribo, los crampones y la nieve de la cornisa de salida, lo conseguimos. El compañero me aprieta la cuerda y me arrima a la pared ya superado el estribo. Comienzo con el piolet a quitar cornisa de nieve y viendo cómo esta volaba hacia el corral, estaba “acojonao”. Poco a poco y quitando nieve busco la grieta y logro hacer un hueco suficiente para que quepan mis pies y superar el techo. Conseguido. Ahora solo toca iniciar la rampa y alcanzar el lastrón. Primero alcanzo la parte superior de la rampa y toco la pared, donde me apresuro a meter un hierro y tirar para afuera como el que ve al diablo. Pared conseguida.
¿Qué podíamos hacer por los que estaban abajo?- estaba oscureciendo-. Mi compañero a duras penas pudo hablar a voces con ellos. Estaban bien, pero tenían que quedarse a dormir en el gran vasar. Menos mal que estaban en este lugar. Dejamos una cuerda fija en la salida, desde el lastrón hasta debajo del último techo; por lo menos era lo que de momento se podía hacer, así al día siguiente podrían llegar a la salida con más seguridad.
Nos vamos para Granada. Comenzamos a andar por la carretera, son más de las 12 de la noche del día 25. Rebasamos el Dornajo y ya por debajo de este lugar un coche cuyos ocupantes venían de la misa del gallo de Prado Llano, nos recogen, a Dios gracias y nos llevan a Granada. Son por lo menos las 3 de la mañana.
Al día siguiente nos vamos a la federación bien temprano, cuando esta estaba en la calle Ganivet, suerte que allí había alguien. No estábamos tranquilos .Comentamos la escalada y la gente que quedó en la pared. Comentamos igualmente el frío de esa noche. Total que se logra reunir un grupo de personas, todos expertos y conocedores de la zona, entre ellos mi amigo Carlos Vazquez y gente de la ENAM de antes.
Aquel año había Guardia Civil en la sierra, pero como puesto de seguridad en Prado Llano. No había en esos tiempos grupos de rescate ni nada por el estilo. Si pasaba algo allá que íbamos los montañeros a buscar y la pareja de turno del puesto.
Subimos para el Veleta con la intención de si es necesario ayudar a esta cordada.
Ya no es necesario, sobre el medio día cuando íbamos a coger el telecabina que antes subía al Veleta, vemos aparecer por Borreguiles a los tres montañeros. Todo el mundo contento. Todo ha salido bien.
Ahora en este momento, que la sensatez y la madurez superan los impulsos de las mentes juveniles e iluminado con otra sabiduría, puedo decir con el corazón “ELLOS TAMBIEN HABÍAN HECHO LA PRIMERA INVERNAL”. Va para ellos mi saludo y mi enhorabuena .
Rafa Monleón
Y por vierto, está bien que hayas "retonnao" al foro. 
