No es la inteligencia la que permite montar un negocio, sino el dinero.
Una persona expone su capital y seguramente, se empeña hasta la frente.
Ofrece un producto o un servicio. Si a los clientes le interesa y pueden pagarlo, voluntariamente, compran dicha mercancía.
Deducida de ese precio la parte concerniente al valor de la mercancía en origen, los alquileres, los impuestos, los sueldos y otros gastos, el comerciante obtiene un beneficio.
El comerciante puede ser honesto y pagar justamente a sus empleados. Si se enriquece porque su mercancía interesa, bravo por él.
No es la inteligencia la que permite a una persona rodearse de amigos. Puede ser que entre ellos, establezcan una relación de cordialidad, camaradería, oportunismo o simplemente, buen rollito. Ellos sabrán.
Rodearte de amigos no tiene necesariamente por qué ser para que te admiren. Puede ser, simplemente, para compartir, para convivir, para proteger o sentirte protegido...
Pepito va a esquiar porque le gusta. Se esfuerza apurando su tiempo y su dinero. Y allí está, un lunes a las 10 de la mañana, a la salida del telesilla.
En ese momento está solo. Qué agradable sería compartir su aficción con una buena compañía, del mismo o diferente sexo. Charlar, bromear, aprender, enseñar, mirar la vida bajo el prisma de los demás, poner en juicio sus criterios, destapar sus convicciones... Pero solo, también se encuentra fenomenal.
Estoy integrado en la naturaleza. Formo parte de ella. Siento el frescor de la mañana, respiro el aire limpio, disfruto el silencio, saboreo mi libertad. Miro alrededor: la montaña, los árboles. Estoy deseando comenzar a bajar y mover todos los atomos de mi cuerpo acompasada y gracilmente.
Quizás las células de mi brazo no son las mismas que cuando nací, se renuevan constantemente, pero forman parte de mi. Ellas aprendieron sobre mí de las anteriores, y las anteriores de sus predecesoras.
En cambio, mis recuerdos, mis experiencias, mis sentimientos, mis buenas y malas vivencias están presentes en mis neuronas. Estas no se renuevan. Nacieron y morirán conmigo. O quizás, espero que no, mueran antes que yo. A veces, me juegan una mala pasada y no sé dónde buscar, pero está ahí, y de repente, cuando menos me lo espero, el nombre de esa persona que no conseguía recordar me viene a la memoria.
No soy ni el mismo ni diferente que hace unos pocos años. Soy la evolución. La vida me va moldeando. Aunque considero que físicamente a penas ha cambiado mi fisionomía, no soy el mismo de antaño. Los jóvenes me hablan de usted, no me consideran uno de ellos...
Yo, mentalmente, me veo igual que hace unos años, con las mismas ganas e ilusión por descubrir e interactuar.
¿y mi conciencia? Ya no veo la vida en blanco y negro. Viva los grises, y los morados, los verdes y los anaranjados. Las acciones no son ni buenas ni malas, depende del que las realiza, cómo las realiza, del por qué y para quien.
Qué diferente hubiera sido yo en otras circunstancias: más pobre, más rico, más guapo, más enfermo... Nadie tiene por qué juzgar a nadie. Ojalá cada uno se dedicara a vivir su propia vida.
Claro que interactuamos con los demás, les alegramos y les herimos, les ayudamos y les perjudicamos, pero eso forma parte del vivir.
¿quien soy yo? Si me defino, muero. Pinceladas: una persona que se ha esforzado. A veces he obrado bien. Otras, he buscado el beneficio propio ¿y qué? No soy todo bondad y caridad. Me he esforzado y superado; y he conseguido que otros con menos ímpetu, condiciones o posibilidades se beneficien conmigo.
Bueno, ahora, a disfrutar el momento. A esquiar, sentir la nieve, las trazadas, la velocidad y el domimio de la situación.
y si el silencio se torna buena conversación, bienvenida sea!!!