Hola. El miércoles 9 de abril de 2014 estuve en Madrid Snowzone. Me quedé helado ese día. Y eso que llevaba la ropa de calle debajo de la de esquiar que te alquilan ellos.
Allí dentro la temperatura es de - 4º; creo recordar que la han bajado, antes era de - 2º. Hacía tiempo que no estaba, desde que llevé a mis niños a aprender cuando tenían tres años, aprovechando un viaje a Madrid para otra cosa...
Igual que esta vez. Fui a Madrid para otra cosa, y me quedé helado... y entonces me dije “ya que estoy aquí voy a echar un rato en Xanadú”, así al menos me llevo un recuerdo agradable de toda esta historia, ya que el sueño se me ha desvanecido en un momento.
“No continúan ...” . Esa es la frase. Con dos palabras, todo lo que tu imaginación había construido en todo este tiempo, como si de una bomba atómica se tratara, queda destruido, tal vez para siempre... aunque bueno, siempre puede uno volver a empezar. El año que viene se puede volver a intentar. Yo creo que lo intentaré. Sí.
El 9 de abril estaba convocado a las entrevistas de selección del Programa de Profesores Visitantes en USA y Canadá. Cuando hice la solicitud, en noviembre, no tenía muchas esperanzas de que me llamaran, ya que los solicitantes son muchos, y las plazas pocas, del orden de 20 a 1. Solicité California, estado para el que había 20 plazas, pero era el que más me atraía. Meses después recibí un e-mail en el que me informaban de que mi perfil no se ajustaba a lo que buscaban, pero me ofrecían participar por el estado de Nevada. Concretamente el condado de Washoe.
¿Dónde está eso? Me informé: capital del condado, Reno, con aeropuerto internacional. Y a media hora del Lago Tahoe. Nada más ver ese dato, algo dentro de mi cerebro se activó. Una energía como hacía mucho tiempo no había sentido (no recuerdo haber tenido ese nivel de energía mental tal vez nunca) se desarrolló dentro de mí, con el pleno convencimiento de que tenía que conseguir esa plaza que se me había puesto delante de las narices sin esperarlo.
Lago Tahoe. Uno de los escenarios más idílicos que te puedas imaginar. Bosques. Lago. Paisajes de impresión. Y trece estaciones de esquí a un tiro de piedra. No sé. No me imagino un sitio mejor para pasar un año con mi familia. Y lo tenía al alcance de la mano. Sólo tenía que preparar la entrevista con los americanos. Y a ello me puse, con esa energía que surgía de dentro de mí, y que rebosaba como un manantial.
Las pruebas de selección incluían una entrevista personal individual, una actividad en grupo sobre la que no había demasiada información, la entrega de numerosa documentación, y dar una clase con un tiempo limitado y ciertos requisitos. Así que preparé la documentación, con sus traducciones y sus compulsas, y me centré en preparar una buena lección. Una clase de ciencias y/o matemáticas para dar en 10 minutos. Encontré un tema adecuado y tras mucho esfuerzo y preparación de todos los detalles conseguí una lección perfecta.
Perfecta. Sí. Lo digo con total seguridad. Mi lección era perfecta. No podía haber entre todos los aspirantes otra mejor, simplemente porque la mía era la mejor. No voy a entrar en detalles, pero sé que mi lección era simplemente inmejorable.
Así que me fui para Madrid con toda mi ilusión y el convencimiento de que me iban a seleccionar y de que el próximo año sería el mejor de nuestras vidas. Nos imaginaba ya por allí, haciendo nuestra vida cotidiana, al estilo americano, viviendo en un chalé con césped y canasta de baloncesto, y subiendo a esquiar todos los fines de semana del invierno, y disfrutando del maravilloso entorno del lago y la sierra el resto del año. Castillos en el aire, creo que le llaman a eso.
Para derrumbar un castillo en el aire sólo hacen falta dos palabras. No continúan. Disparadas con precisión de la boca de la funcionaria española que intermediaba entre los americanos y los aspirantes, impactó de lleno en la base de mi castillo en el aire, dejándolo reducido a escombros de lo que pudo haber sido y no fue, y yo, yo..... me quedé helado.
Adiós al maravilloso año. Adiós al paisaje. Adiós a las pistas de esquí del Lago Tahoe. Adiós a todo ese sueño. Mi castillo en el aire no se derrumbó. Me lo tiraron. Porque alguien decidió inesperadamente que la primera prueba del día, la entrevista individual, fuera eliminatoria. Así, todo lo que yo había preparado con tanto esmero, cariño y esfuerzo no sirvió para nada. Todo mi trabajo de estas semanas, todas las ideas que mi almohada me sugería cada noche mientras intentaba dormir, y que me hacían levantarme a media noche para trabajar, las 10.000 palabras en inglés (se dice pronto, 10.000) que habré escrito en estos días, han quedado inéditas. Nadie las ha visto. Nadie ha podido valorar el resultado de mi trabajo. Únicamente los compañeros y familiares que me ayudaron a preparar todo saben lo que me esforcé para tener algo digno y que me conseguiría la selección sin lugar a dudas.... si hubiese llegado a ser visto por los americanos. Pero no quisieron verlo. Y yo me quedé helado.
Así que me fui a Xanadú, a ahogar mis penas en nieve. Durante una hora me dediqué a esquiar y no pensar en nada más. ¡Qué distinto hubiera sido de haber sido seleccionado! Esas bajadas en Xanadú hubieran sido el preludio de esas otras bajadas por Mt. Rose o por Diamond Peak.
Aún así, en esas bajadas me centré en disfrutar. Esas modestas bajadas de Xanadú que me sirvieron para ahogar mis penas y olvidarme de todo lo ocurrido horas antes, las disfruté, y mucho. Esquiando. Una hora. Una hora dedicada simplemente, exclusivamente, a esquiar. Quince veces cogí el telesquí de Xanadú en esa hora. Quince veces bajé esa modesta pista. A - 4º. Y no me quedé helado. Ya venía helado.
Y no sé si todavía estoy helado.
Ni cuándo me deshelaré.
Un saludo
Almería 2005. Juegos Mediterráneos...
.....¡De invierno!