Lo que no os ha contado Clint (ha sido muy caballeroso por ello, y le doy las gracias) es que antes de subir esa pared me dio una especie de ataque de pánico y le dije que no subía.
Era una pared vertical, con unos huecos muy pequeños para apoyar pies y manos (podías agarrarte con la última falange de los dedos y con la punta de los pies únicamente). Así que puse una cara de ésas:
Y dije que ni hablar, que por ahí no subía yo ni loca.
Clint me recomendó que me lo pensara, ya que si no lo hacía seguramente después me iba a arrepentir de no haberlo intentado siquiera. El caso es que me convenció (alguien ha dicho que parece un profesor, yo digo que más bien parece un psicólogo
).
Empecé a subir y al final resultó que no era tan difícil como yo pensaba. Ni tampoco me dio vértido (era lo que yo más temía). Desde luego daba más impresión desde abajo que no cuando estabas arriba del todo.