de Francisco José I que desde el hall de este hotel fundado cuando esto era un imperio (austro-húngaro) en el ano (perdonar, pero por aquí no usan eso tan castizo de la ene) mil ochocientos sesenta y nueve (no se como cono se activa este puto teclado alemán) me pongo a escribir mi crónica de un viaje que empecé hace ahora treinta anos.
Al ver al emperador tan apuesto, con sus mostachos, recuerdo que el mísmisimo Beethoven en su época juvenil compuso una cantata en su honor, celebrando la muerte de su padre y su acceso al trono.
Son unas cantatas raras, preciosas y desconocidas, que yo tengo el honor de tener en mi discoteca.
Por cierto, que no gustaron en su momento y alguien le recomendó al llamado sordo genial (en los sordos suele darse con frecuencia ese vicio, mirad Goya y el que suscribe
) que se dedicase a otra cosa.
Como era muy alemán siguió erre que erre, se dedicó a componer para mi paisano Miguel Ríos y hoy es mundialmente conocido.
He visto a Innsbruck con muchísimo frío, pero muy animada. Mucha gente joven, y unos ejemplares femeninos por las calles que para qué contar
El Mariabrum, mi hotel de hace 30 anos en el mismo sitio. Subiré a verlo cuando vaya a esquiar a Norkette.
Manana me voy a Mahirhofer, en la zona de Zillertar, que anda por los 500 km de pistas.
Ya os contaré
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