Pues sí, seguro que la gente que empiece en Xanadú, si les gusta, luego enseguida querrán ir a la montaña de verdad.
¡Pero qué pena esquiar por primera vez en un sitio artificial! ¡No puede ser lo mismo!
Por cierto, yo el primer día, aparte de caerme un montón de veces, me empotré contra una valla de seguridad. ¡Menos mal que era de red! Pero me quedé enganchada con los esquíes y encima me dio por reir y no había forma de salir de allí.
En fin, sin ese tipo de historias seguro que esquiar nos habría enganchado menos.