Estamos de lleno en la era del consumismo líquido, informado e impulsivo. A día de hoy, tanto la clientela como los hosteleros/vendedores tienen acceso a todo tipo de información en directo. Los esquiadores tenemos acceso a las webcams en directo y partes de nieve de todas las estaciones del mundo, buscadores como Skyscanner y Esquiades que te encuentran los vuelos y packs de viaje al mejor precio, acceso a foros como el de Nevasport, previsiones climatológicas. Ya casi nadie toma decisiones a tontas y a locas.

Por otro lado, quienes se dedican al negocio del esquí también aprovechan las ventajas de la era digital. Acceden a big data que revela patrones de consumo, tendencias en redes sociales y estimaciones de ventas precisas. Ya nada se deja al azar.

Al final el objetivo siempre es ajustar la oferta y la demanda. El sistema antiguo de poner precios en base a temporada alta, media y baja era razonable cuando el consumidor no contaba con tanta información, pero a día de hoy nos crearía "oportunidades de arbitraje" a los esquiadores, ya que nos pondríamos a analizar los mejores momentos para ir a la sierra al menor coste posible. De esta forma en vez de competir contra un sistema estático y burdo de precios, competimos contra otros consumidores, por lo que nuestra astucia y conocimientos son los que nos facilitará pegar el pelotazo y pillar el chollo. Ahora para que tú ganes, otro tiene que perder. Con el sistema de antes, todo el mundo podía ganar, lo que es signo de un mercado ineficiente.

Lo que si es cierto es que las generaciones más mayores sufren este sistema porque lógicamente no pueden competir en competencias virtuales con la gente de mi quinta. Pero esto es parte de la inevitable deshumanización digital en la que ya estamos metidos. Lo que muchos no sabréis es que España todavía es de lo más salvable, pero en países como UK este fenómeno va 5 años adelantado. Esta es la nueva normalidad. Survival of the Fittest como diría Darwin.