<HTML>Yo no sé si se puede ser catedrático sin saber jugar al dominó (por lo visto parece que sí) pero ser ingeniero de caminos, canales y puertos, con los que ahora mucho me codeo eso es imposible.Son auténticos maestros. Mi primer jefe (q.e.p.d.) número uno de promoción disfrutaba más con un golpetazo en la mesa de mármol que con un complicado proyecto.
Me extraña que el dominó no se incluya en los planes de formación. Incluso hay axiomas que para los juristas, tan aficionados a ellos, son una fuente de saber. Así: la puerta del contrario taparás, aunque no lleves más o doblador de primera, jugador de segunda, etc.
Cuando aún tu no frecuentabas el patio con la estatua del greñúo Padre Suárez, P. Blancos, el pobre de Manolito Piqueras, Caramapa y yo teníamos una peña de dominó en el Bar los Pirineos, que era como la Urbana Uno de nuestra querida Facultad.
Allí nos jugábamos un café con un bollo bilbaino. Á veces teníamos que levantar la partida porque el dueño era epiléptico y le daba un ataque....
Yo tenía entonces una novia francesa (de Agen, a coté de Bordeaux) que cuando iba a recogerme a tan deprimente sitio, se cabreaba conmigo porque decía que en Francia el dominó es un juego tabernario, no así el billar, que es el juego que practicaban los reyes franceses.
Eran los tiempos del Dinosaurio

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