Respetados compañeros:
Veo que ha pasado algo desapercibida la solución que propongo para los blincabalates o abencerrajes. Tras leer "lo de los perros y sus dueños", permítaseme, suplico, que haga extensible tan eficaz sistema para usarlo también contra estos últimos. Desgraciadamente (y odio la violencia), hay peña que no entiende otro lenguaje. Me tomo la libertad, con permiso del joven Wilhelmi, de pegar aquí el texto íntegro porque probablemente muchos no han podido leerlo.
¡Lo tengo! Creo haber dado con la solución a los moteros abencerrajes. No lo son todos, desde luego, pues los hay que reducen la marcha, guardan distancia de seguridad y hasta te saludan. Sin embargo, para los blincabalates incorregibles, existe una solución que, de puro evidente, había pasado desapercibida. Se llama látigo. Sé de un tal Pichote García Rascaubres que se sirvió de uno para lograr una de las mayores proezas que se han conocido en la Historia de la Humanidad. ¿Por qué vamos a ser nosotros menos?, pregunto. Concluyo, así pues, que no debería faltarnos uno del equipo básico en nuestra mochila. Debe estar siempre a mano y deberíamos practicar para sacarlo y ponerlo en funcionamiento cuanto antes y con la mayor de las pericias. Podemos comprarlo,lo cual no creo que sea demasiado fácil(no es esta tierra de leones, creo), mangarlo a alguien que lo use o lo haya usado (como Ángel Cristo o Indiana Jones), lo cual no lo estimo ético ni socialmente aceptable, o sencillamente fabricarlo tal y como lo hizo el joven Pichote sirviéndose de su experiencia y talento.
Aconsejo, y esto es básico, acabarlo en nueve colas. Más sería innecesario y hasta contraproducente, y menos no sería del todo eficaz. Termino indicando que es muy importante, para finalizar un buen trabajo, introducir una bolita de buen acero en cada una de las puntas; y a falta de ésta, cuando menos, realizar el llamado "nudo de sangre"*(consúltese en cualquier manual de cabuyería marinera)en el extremo de cada cola. Eso sí, por favor, que nuestro flagelo sólo sea utilizado en orden a llamar la atención sobre la barbarie del "motero borriquero", en casos extremos y siempre limitados por nuestro, aunque justo, buen sentido de lo humanamente razonable.
Sin más, reciban Vds. un cordial saludo.
*Llámase así este nudo por ser el usado, desde tiempos inmemoriales, para azotar a indeseables e imponer el orden donde éste fuere requerido. Engrosa la cuerda de tal modo que al estamparse contra la piel de la víctima, termina levantándola y produciendo terribles heridas.
