Enviado: 18-08-2006 00:56
Estimados y respetados compañeros. Lamento, como persona y como humilde trepacerros, que estas cosas ocurran. Siento vergüenza ajena al ver en lo que se están convirtiendo la mayoría de las montañas y con ellas el resto del planeta: Mercancía y pura mercancia. Con auténtico dolor y espanto he leído la terrible noticia que aquí adjunto y de la cual no tenía ni idea. Todo ha venido a colación del mensaje que el joven Esteban puso hace unos días con el título de "Hª. de solidaridad en el G-II". Menos mal que frente a estos supuestos montañeros, siempre quedarán esos imprescindibles que han entendido, al igual que un servidor, que hay dos tipos perfectamente diferenciados:
a)Los montañeros propiamente dichos.
Que entienden que este deporte, esta aventura e incluso esta forma de vida pasa por la entrega y solidaridad hacia compañero más débil y necesitado como algo ( y ya lo he indicado en un asuntoanterior)mil veces más importante que coronar la cima.
b)El resto.
Que estúpidamente entiende que hacer cumbre y jactarse de ello con "fotos alusivas" es lo que más importa. Cuanta vileza hay en ello, afirmo.
Ante los primeros, me quito el sombrero y abrazo su nobleza.Ante los segundos, mi más enérgico desprecio y dispisición al perdón si reconocen su error y están dispuestos a corregirlo.
Concluyo, de este modo, que los 40 abencerrajes e indeseables (hablo en términos generales), que pasaron olímpicamente junto a un hermano de aventura y no se dignaron en ayudarle, pertenecen a este segundo grupo.Su conciencia les tachará de indeseables y de meros(como se dice en nuestra amada Alpujarra), "saltabalates".Entiendo que el agotamiento y la fatiga debieron ser de tal calado que imposibilitaba subir a la cima y socorrer al moribundo. Pero justo ahí está la grandeza de quien sube a la montaña: En renunciar al objetivo de la expedición y salvar la vida, o al menos intentarlo, de quien está en grave peligro. A TOMAR POR EL CULO LA CUMBRE, SI DE SALVAR UNA VIDA HUMANA SE TRATA, pues sencillamente ésta es la más hermosa de las aventuras y ésta es la que más eleva al hombre a la categoría de persona y no a la de un turista riquito que sube montañas y presume de ello.¡No y mil veces no! Encuentro más deportividad y calidad humana, a título de ejemplo, en la marcha de esos 31 montañeros, de todas las edades, o casi, al monte Aitana, descritos gráficamente y con gran belleza y exaltación de lo genuinamente humano y enriquecedor, mostrada por el joven Roca. No me cabe la menor duda.
Recibid un cordial saludo.
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ABANDONADO POR 40 ALPINISTAS
Muerte sin auxilio en el Everest
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Actualizado jueves 25/05/2006 18:08 (CET)
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OLALLA CERNUDA
MADRID.- Dice el diario 'The Independent' que el alpinista David Sharp le pidió a su madre que no se preocupara cuando partió rumbo al Everest hace dos meses. Iba a intentar escalar el techo del mundo en solitario y por su vertiente norte. "Pero allí nunca estás sólo, hay gente por todos lados", le dijo. Se equivocó. David murió la semana pasada a escasos 800 metros de la cumbre, y al menos 40 personas pasaron a su lado mientras agonizaba, pero nadie hizo nada por bajarle de allí. Murió sólo, víctima del mal de altura, y ahora alpinistas de la talla de Edmund Hillary o Juanito Oiarzábal critican a esos 'montañeros' que no hicieron nada por tratar de ayudarle.
En lo que va de temporada, 10 personas han fallecido tratando de pisar la cima del Everest, la montaña más alta del planeta, que con 8.848 metros de altitud se ha convertido en una trampa mortal para multitud de personas. Pero además, este año más que nunca el 'circo' del Everest está teniendo consecuencias trágicas. La última, la muerte de Sharp, que lejos de haberse considerado un accidente, ha conseguido sacar de sus casillas a los mejores alpinistas del mundo, que critican duramente las expediciones comerciales que han tomado el campo base del Everest, y "que sólo se preocupan de subir a sus clientes sin importarles si se dejan a alguien en el camino". La mejor prueba: Sharp.
El doble amputado Mark Inglis fue uno de los que pasó al lado de David Sharp mientras agonizaba. (Foto: REUTERS)
El doble amputado Mark Inglis fue uno de los que pasó al lado de David Sharp mientras agonizaba. (Foto: REUTERS)
El montañero británico alcanzó la cumbre del Everest el pasado 18 de mayo, y nada más comenzar el descenso empezaron los problemas. A unos 8.500 metros de altitud empezó a sufrir falta de oxígeno, justo cuando se le acabó el que llevaba en cuatro botellas -la mitad de lo que suelen llevar los miembros de expediciones comerciales-. Según denuncian tanto los familiares de Sharp como multitud de páginas web escritas por montañeros -muchos de los cuales están actualmente en el Himalaya-, unas 150 personas están estos díass en el campo base del Everest, y al menos 40 vieron de cerca cómo David se desvanecía, se sentaba en la nieve y no se levantaba.
Entre ellas, el doble amputado, Mark Inglis, que pasó a su lado en su camino hacia la cumbre, y que decidió no pararse a ayudarle "porque estaba muy mal, prácticamente muerto. No parecía estar bien equipado, no llevaba oxígeno, ni guantes adecuados", señaló Inglis a una cadena de televisión neozelandesa para justificar su decisión.
De todos los que pasaron a su lado, y le vieron primero de pie junto a una roca, luego tratando de manipular su sistema de oxígeno y más tarde desfallecido en el suelo, el único que trató de ayudarle fue un 'sherpa' de la expedición de Inglis, Dawa, que le ofreció incluso su propia botella de oxígeno, pero ya era demasiado tarde. Lo único que pudo hacer fue ponerse en contacto con la familia de Sharp para comunicarles su muerte. "Le estaré siempre agradecida, no tenía por qué hacerlo. En el Everest sólo tienes que preocuparte de salvar tu vida, no la de los demás", dijo después la madre del montañero al diario 'The Independent'. Su cuerpo sigue allí arriba, junto a una roca a unos 8.000 metros de altura, justo en el límite de lo que se conoce como 'la zona de la muerte', y al lado del cadáver congelado de un alpinista indio que falleció en 1997.
Y las reacciones a la falta de solidaridad en la montaña no se han hecho esperar. El primero en mostrar su enfado ha sido sir Edmund Hillary, primer hombre que ascendió la cumbre más alta del mundo, que ha asegurado que "las vidas humanas son más importantes que las cumbres de las montañas". "Creo que todo el movimiento en torno a la ascensión al Everest se ha convertido en algo horrible, la gente sólo quiere subir, no le importa el precio a pagar", señaló. "Está mal saber que hay un hombre sufriendo problemas graves, tendido junto a una roca, y pasar a su lado como si tal cosa diciéndole 'buenos días'", dijo.
También se ha mostrado sumamente crítico con la actitud de los deportistas el español Juanito Oiarzábal. "Esa gente no puede ser considerada montañera", señaló a la web Mounteverest.net. "El Everest lleva años convertido en un circo, y cada año es peor. De hecho, yo no tengo el más mínimo interés en volver allí", dijo Oiarzábal, que ha vivido en carne propia la solidaridad de sus compañeros, que en más de una ocasión le han salvado la vida ayudándole a descender de un 'ochomil'. "Es un clásico", ha dicho, refiriéndose a la muerte de Sharp. "Alguien está en problemas, la gente pasa a su lado y nadie se digna ni siquiera a mirarle a los ojos", denunció.
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Enviado: 18-08-2006 11:31
Querido Horacioclaudio, Petronio de la palabra, ¡cuánta razón tienes! ¡cuanta verdad encierran tus razonamientos, ambrosía de un cacumen privilegiado!
Sin embargo, y por introducir un punto de vista distinto, ¿qué hacer cuando la actitud reprobable es la del accidentado?
Te pongo un ejemplo; conozco un caso que pasó en el Pedraforca, concretamente en la vía Homedes. Una cordada de principiantes van subiendo por la vía de forma bastante lenta. Otra cordada, más experta, les adelanta y sigue subiendo. Cuando están un largo por encima escuchan gritos. Miran a ver que pasa y ven que el primero de la cordada inexperta ha tenido una caida y está colgando de la cuerda. Rapelan hasta llegar a él y se encuentran que tiene los dos tobillos rotos, con fractura abierta y sangrando mucho. Se hacen cargo de la situación y descienden con él hasta la reunión en la que está su compañero, todavía más nervioso que el accidentado.
Se dan cuenta que desde el refugio les han visto, con lo que el rescate estará en camino. Como la zona en la que están no es apta para que se acerque un helicóptero, deciden descender hasta una zona más favorable, unos dos largos más abajo. El accidentado no puede ni moverse, así que uno de los rescatadores tiene que rapelar con el herido en la espalda, asegurado por su compañero, hasta la zona elegida, en la que instalan una reunión sólido y se preparan para la llegada del helicóptero.
Desde que llegan al punto para el rescate y el helicóptero saca al herido de la pared, pasan unas dos horas, que uno de los recatadores tiene al herido en sus espaldas. Esto le acabó provocando una lesión en la zona lumbar, de la que estuvo fastidiado bastante tiempo.
Se intercambian agradecimientos, apretones de mano, abrazos y teléfonos.
¿A ti te ha llamado, dilecto Horacioclaudio? ¿no? Pués por lo que yo sé, a los dos rescatadores tampoco.
Qué te parece esta forma de actuar. Por favor, dicta un poco de doctrina sobre el asunto.
Un saludo para tod@s.
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¡¡Dios mío!!
¡¡Amenaza bueno!!
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