Aprovechando el puente largo del Pilar, nos pillamos un total de cinco días para poder plantarnos en los Piris, con el fin de pasar tres días de ruteo por Ordesa, subir al Perdido y salir por la Brecha de Roland camino de Bujaruelo. Para ello, lo primero y después de todo un día de largo viaje, aterrizar en Torla donde nos esperaba nuestro buen amigo Luis, auténtico conocedor de la zona, que ha sido nuestro guía en las jornadas realizadas.
A la mañana siguiente, todos en marcha para arrancar de la pradera cuanto antes, comenzando a contemplar las tremendas paredes de este imponente valle.
A lo largo del camino hasta el refugio de Góriz, fin de nuestra primera jornada, toda una ruta suave de ascenso con imágenes de cascadas y sobre todo en su parte casi final, las llamadas Gradas de Soaso, de una belleza impresionante, aunque algo desdibujadas como consecuencia de la escasez de aguas en estas fechas. En plena primavera debe ser todo un espectáculo poder verlas.
Aprovechando los momentos para la foto con el Perdido a nuestras espaldas, ya en la parte final del camino del Valle.
Estamos llegando al final del valle o al menos así lo parece. A un lado nos aparece la Cola de Caballo, o lo que va quedando de ella, porque la ausencia de caudal suficiente, la ha dejado de una imagen escasa, pero es lo que hay. Ya llegará el invierno para que los arroyos y ríos vuelvan a correr con mucha agua. A continuación se inicia el camino hacia la parte superior, atravesando la zona de las clavijas de Soaso, fácil o difícil según para cada cual.
Ya en la zona alta, imágenes del valle en toda su amplitud.
En la segunda jornada y tras los preparativos obvios, salimos temprano hacia Monte Perdido. Nos quedan en no mucho más de 5 ó 6 km., cubrir un desnivel positivo continuado de unos 1.200 m, lo que poco a poco, y paso a paso, con algún que otro sitio más comprometido que otro, nos permite llegar hasta la laguna a los pies del Perdido, a falta de la última y complicada pala de ascenso, aún si cabe más en esta época, con todo un canchal de piedras por delante, que nos lleva en muchas ocasiones a ponernos algunos a cuatro patas, para poder continuar con mucha dificultad el ascenso hasta cumbre.
Y por fin cumbre.
Y como premio todas estas vistas.
Ordesa desde Monte Perdido.
Y Pineta
Tras la cima, tocó bajar, lo que a la hora del canchal de piedras de la subida y su dificultad, no lo fue menos en la bajada, haciéndolo en auténtico derrape. Después de descanso y acopio alimenticio de fuerzas, renovamos la marcha de regreso al refugio, terminando con ello un buen día de actividad.
Ultimo día de actividad. Nos queda por delante muchos kilómetros hasta llegar a Bujaruelo, pero hasta entonces hay que acceder primero a la Brecha de Rolando como cota máxima, y a partir de ahí afrontar una largísima bajada que dejará nuestras piernas molidas del todo. Llegamos a la zona, divisando a lo lejos primeramente la confundida como Brecha, pero que no es otra cosa que la Falsa Brecha, conocida como el Dedo.
Para posteriormente sí divisar ya la Brecha de Rolando auténtica. Puerta natural en la montaña que nos permite pasar de las caras sur a las caras norte, de esta zona pirenaica, así como servir de frontera natural entre España y Francia.
Pero hasta llegar a este paso, habrá que realizar otros no menos comprometidos, aunque llevaderos gracias a las cadenas. Me refiero salvo error por mi parte, al paso de los Sarrios.
A partir de aquí todo es bajar. Primeramente hasta encontrarnos con el refugio de Serradets en el lado francés, actualmente cerrado por reformas que se estaban realizando.
Brecha de Rolando vista desde la parte francesa.
A la altura de este refugio y como si se tratara de un embudo gigante, se encuentra el llamado Circo de Gavernie, con paredes altísimas entre las que se forman las más altas cascadas de agua de toda Europa, o al menos entre las más altas seguro. Su contemplación bien merece la pena.
Continuamos con nuestra bajada, una larga larga larga bajada, que nos llena de impaciencia por el cansancio acumulado, deseando poder tener a la vista el puente de Bujaruelo, donde finalmente llegamos, poniendo término a estos tres días de actividad.
Espero os haya gustado el repor tanto como a nosotros el desarrollo de la actividad, a pesar de los momentos de esfuerzo y cansancio tenidos y acumulados en la marcha.
Hasta la próxima que esperemos sea pronto.
NOTA.- Siento mucho el tamaño de las fotos en el reportaje. No soy muy diestro con estas cuestiones técnicas y desconozco el por qué de este tamaño.