Este es el sueño de una noche de varano .
Estudiaba en la Facultad de Farmacia de Granada. Ese verano del 74 anduve una semana por la Sierra, con base en el Albergue Universitario y en calidad de fotógrafo del departamento de Botánica. El Cátedro era Don Fernando Estévez y el edafologo, el profesor Prieto.
El hecho de ser el fotógrafo del departamento me daba muchas ventajas. Una de ellas era ir en un automóvil por los sitios más incognitos de la Sierra. No os podéis ni imaginar cómo se puede ir (que no conocer) la Sierra. Llegado el momento don Fernando o don Juan me decían: Emilio: Hemos llegado, haz fotos de esta y de esa planta. La Cámara era una Leicaflex, y el objetivo un 50 mm que en este momento no sabría describir técnicamente. Pero una maravilla.
De esa semana me quedó el recuerdo más imborrable de mi vida. La Cúpula Celeste.¡ El cielo no era plano!. ¡Lo llenaba a todo!. Todo estaba iluminado y nada lo iluminaba. No había suelo pero si había cielo.
Ese imborrable recuerdo me ha hecho volver a la Sierra una y otra vez. En una de ella me quedé.
Ya no éramos dos, la Sierra y yo, sino que formábamos parte de una misma cosa.
Cuando no veía la salida a algún problema miraba para la Sierra desde mi Écija natal. Algo me decía, me consolaba. La Sierra se ve perfectamente desde Écija. En los días claros se distinguen los picos unos de otros y si está cubierto el día, la Sierra me dice donde está. No nos hace falta vernos. Sabemos tanto Ella de mi como yo de Ella.
Hace unos días, de esos días que no quieras ver nada debajo, pensé en volver como en aquel verano del 74.
¡Pero a lo grande!
Nada de comodidades. De Tu a tu.
¡Vivaquear en el pico Veleta!.
Estábamos comiendo en familia y lo comenté. Para ellos era una cosa normal. Me he ido muchas veces y no se han preocupado. Pero la cosa cambió de repente.
Mi hija Paula (la pequeña) me dice que ella se viene conmigo. Hasta la fecha ninguno de mis cuatro hijos había hecho la menor intención de semejante cosa. Entre ilusionado y preocupado comencé a plantear el momento.
Tenía que ser en Luna Nueva o en los tres días siguientes. Encontré una ventana meteorológica para el martes 30.
Lo preparamos todo para poder salir en cualquier momento, pues las cosas no estaba clara. Igual salíamos un día antes o un día después pero con una hora de aviso.
Al final lo hicimos el 30 de Agosto.
Este extenso preámbulo me evita poner pié a las fotos.
Todos veréis que no hay que explicar nada.
Gracias Paula, hija mía. Te has portado como la campeona que eres.
Las fotos las he hecho con una NIKON D90 y un objetivo 18-105.
Y eso es todo.