bueno, probaré a decirles KIAAAAAAAA sin mirarlas a los ojos y con el mayor respeto.
Es curioso, que parece que acojonen a todo el mundo, pero luego nunca pasa nada. Pero el mal rato, eso no hay quien te lo quite.
Lo malo es las situaciones en que hay una plantá en mitad de una verea y no hay más cojones que espantarla porque no hay otro sitio donde pasar, ahí habrá que ver si el KIAAAAAAAA funciona.
Hace muchos años, a lo mejor como 50 o así, los toros de Pelayo, origen Parladé pezuña dura que luego compró Luis Algarra, y que todavía se lidian con el mismo hierro, aunque con sangre de Juampedros puros, los toros bravos pastaban por la dehesa de Dúrcal, y era un acontecimiento el día que la manada atravesaba el pueblo de camino a la sierra, los toros bravos con los cabestros, la gente mayor de aquí se acuerda de verlos de chicos. Aquellos bichos eran temibles, y las figuras del toreo no querían verlos ni en pintura, se ve que el entrenamiento en altitud, cerro arriba, cerro abajo, correteando por los piornos, les daba una pujanza cosa mala.
Que yo sepa, por la sierra no queda ganado bravo, aunque en Lugros sí es posible que quede todavía una ganadería brava, de Porcel, y eso no está muy lejos de los Lavaderos de la Reina. Cruzo los dedos.
Lo que he visto, por experiencia de un amigo, es que los perros son un arma de doble filo en estos casos. Por una parte, las asustan, y mucho, pero claro, al mismo tiempo las cabrean. La moraleja es que es mejor no subir con perros por esas zonas.
Ya os contaré el lunes mis encuentros con el ganado por allí arriba, tengo muchísimas ganas de estar ya en la sierra, iremos a comer a Trevélez a Casa Julio, que si Fernando la recomienda, tiene que ser buen sitio