Blogs actualizados recientemente:
Aún no tienes usuario?
RegístrarseCita
No me acuerdo de donde lo saqué
Rabadá y Navarro
21-6-1962. Escalada realizada por la cara oeste, con un tiempo formidable para lo que nos esperábamos de Picos. Algo de niebla durante la excursión por esa pared, la más hermosa y formidable que hasta la fecha hemos conocido. Somos dos excursionistas Zaragozanos que nos sentimos orgullosos de poder ofrecerla desde estas líneas, a todos los montañeros españoles que alguna vez han soñado con la escalada de esta provocativa pared.” Alberto Rabadá, Ernesto Navarro.
Eran tiempos grises, aquellos cincuenta del pasado siglo. Racionamiento y miseria campaban a sus anchas en una España que apenas se recobraba de la mayor tragedia de su historia.
A pesar de las circunstancias, de las carencias y de la infinita tristeza que atenazaba los espíritus, en Aragón, la región de la voluntad y la reciedumbre, una generación de niños de la guerra se estaba forjando en las paredes de Riglos, sin apenas medios, espléndido ejemplo para futuras generaciones de escaladores.
De todos ellos, dos hombres, Alberto Rabada y Ernesto Navarro estaban llamados a convertirse en la más brillante cordada del siglo XX en España. Su estilo, dotado del genio de Goya y de la voluntad y la intuición de Cajal , dibujaría a lo largo de nuestra geografía los trazados mas bellos , las vías soñadas.
Y si hay alguna ruta que se alza como un monumento a sus autores, que ha sido la piedra de toque para varias generaciones de alpinistas, que es venerada por todos, es la Rabada/ Navarro a la cara oeste del Picu Urriellu.
En 1961 en un alarde de audacia, ascendían el torreón sudeste de la punta No Importa al Mallo Firé. A lo largo de cinco días, cuatro vivacs en pésimas condiciones, prescindiendo del buril, trazaron la que fue considerada la ruta, tecnicamente más difícil de los sesenta. La primera repetición data del once y doce de Octubre de 1966 y la inspirada cordada que lo hizo, Ursi /Ibazo, utilizó algunos tornillos de seguro. La segunda corresponde al excelente pirineista Raymond Despiau nada menos que en Mayo de 1975, catorce años después de la apertura.
En este mismo año suman a su historial otra sensacional escalada, el Espolón Este del Gallinero, en Ordesa.
Resulta evidente que cuando afrontan la escalada de la Oeste, en 1962, los maños están en un extraordinario momento de forma.
El catorce de Agosto, preparan los primeros tramos y al día siguiente y durante cuatro jornadas, continúan escalando hasta los Tiros de la Torca, desde donde se retiran por Collada Bonita y la canal del Vidrio a la cantina de las minas de las Manforas en busca de víveres y material.
Retoman la ascensión el día veinte alcanzando la cumbre cuarenta y ocho horas después, veintiuno de Agosto de 1962.
A lo largo de los cuarenta y cuatro años de existencia de la ruta el material y la técnica han evolucionado lo indecible, aun así, la escalada de la Rabadá Navarro conserva intacto su prestigio, su graduación 6A A2(6C+) para un recorrido de 750 m. sobre un desnivel de 500m., nos da una referencia clara sobre lo que nos encontraremos al afrontar su ascensión.
La entrada es evidente, desde el mismo refugio observaremos unos metros a la derecha de la “Lastra Soldada”, una línea blanca que asciende hasta el nicho de la primera reunión, no es otra cosa que la huella que en la caliza, han dejado marcadas las cordadas, a lo largo de casi medio siglo.
Tras superar una pequeña laja, un muro con dos seguros 6C, A0 , nos permite acceder a una fisura/diedro por la que ascenderemos en unos diez m. de quinto grado, hasta otro muro que atravesaremos a la izquierda 6A +,A0 durante un par de metros, remontando a continuación al nicho anteriormente citado. De la reunión flanqueamos a la izquierda hasta la Lastra, la vía original ascendía justo por el diedro que ésta forma, hoy en día, un metro a la derecha hay unos seguros que permiten salvar este paso por la placa. A0,6A + .Con cuerdas de sesenta metros ,hay cordadas que gestionan estos dos largos en uno.
Y llegamos al tercer largo, el mas duro de la vía, en su momento resultaba una barrera infranqueable, para las cordadas que no estaban a la altura de la ruta, generándose atascos y algún que otro intercambio de pareceres entre los implicados. De cuarenta y cinco metros de longitud la graduación en libre es de 6C, aunque hoy en día con el uso de friends puede superarse relativamente bien en artificial. La roca está bastante pulida en esta magnífica tirada a lo largo del diedro que la conforma.
Con el cuarto y el quinto largo, alternando pasos de diedro y placa, máximo 6A, alcanzamos la cima de la lastra. Salimos de ella, por el que es uno de los pasos más aéreos de la ruta, consiste en una tirada de unos veinte metros que arranca en un muro A0, 6A, durante un par de metros, luego continua en quinto grado hasta el relevo. De esta reunión, que es posible saltarse, hay que salir a la derecha, por una canal chimenea que se extingue y da paso a la “Cicatriz”, si aplomáramos la salida, sería por la Revelación, otra excelente ruta de la Oeste.
La “Cicatriz”, es la gran fractura que por encima de la Lastra, con tendencia a la derecha va a morir a los Tiros de la Torca, este tramo de escalada se recorre en tres largos, máximo quinto grado, cómodos y de una gran belleza.
En las gradas de los “Tiros”, podremos ver los históricos vivacs, que hasta casi los años ochenta eran el punto de reposo de las cordadas que empleaban dos días en surcar la “Oeste”.
Para alcanzar otro hito de la Ruta, la “Gran Travesía”, deberemos superar unas gradas fáciles con tendencia a la izquierda, hasta situarnos aproximadamente en el centro del diedro inclinado, la “Cornisa del Entreacto,” donde se encuentra la reunión. Descendiendo unos metros por el Diedro, alcanzamos la placa que ligeramente tumbada conforma el primer largo de la travesía, extraordinario tramo con un ambiente y un patio inolvidable, no supera el quinto superior, si exceptuamos un paso, el último del largo, un 6A, con el que nos situamos en la reunión de la “Guitarra”. En esa laja con la forma del instrumento que le da el nombre, se encuentra la instalación de rapell, que nos permitirá descender unos veinte metros a una vira, desde la que continuar la Travesía, ya por terreno más sencillo, hasta la base del “Gran Diedro”.
Desde este punto, es posible la retirada en seis rapeles por la Murciana del 78.
La dificultad, decrece ostensiblemente, pero la belleza de la ruta se acrecienta a medida que escalamos los tres largos de cuerda del Diedro, que, en cuarto grado, nos permiten hollar “La Plaza de Rocasolano”, nombre con el que los aperturistas quisieron homenajear a su ciudad natal.
Esta “Plaza” está situada en la cumbre del gran diedro y es una gran repisa dónde incluso el helicóptero de rescate llegó a apoyar un patín en alguna ocasión, continuamos nuestra ascensión, descendiendo unos metros, caminando por la misma, hasta situarnos en una placa, bajo un nicho. De los largos que quedan por escalar es el más difícil, aunque ya no supera el quinto superior ,es una tirada con tendencia a la izquierda, de modo que dejamos el nicho a nuestra derecha, y montamos el relevo bajo un diedro de cuarto grado, mediante el que alcanzamos el filo del espolón norte, en otro largo de cuerda.
La salida por el espolón norte se efectúa en tres largos de cuerda en cuarto superior, atención al último paso, un pequeño desplome, quinto grado, desde el que sufrieron el trágico accidente los Donostiarras Ramón Berrio y Angel Ortiz, en la que a la postre y como homenaje se reconoce como primera ascensión invernal.
Superado este paso, solo queda caminar tranquilamente hasta la cumbre, eso si, con algo más que una escalada en el corazón.
Ni que decir tiene que para afrontar esta ascensión con garantías y disfrutar de su belleza, es indispensable un buen fondo físico y un grado en “Alpina” de por lo menos sexto grado. Muchos alpinistas la consideran en conjunto, más seria que “La Murciana”.Un buen horario sería entre ocho y diez horas .Actualmente los largos más exigentes se encuentran restaurados.
El material recomendable es un buen juego de empotradores, drizas y friends hasta el número tres, estribos, si se cuenta con hacer parte del tercer largo en artificial. Cuerdas de sesenta metros y unas doce expres. Por la mañana escalaremos un buen rato a la sombra, dato a valorar si se entra en ruta temprano y el día está fresco. No conviene estrenar gatos.
Hay algo que nos preguntamos los escaladores de varias generaciones. ¿Cuál hubiera sido el límite de Ernesto Rabada y Alberto Navarro?
Si aquel aciago verano de 1963, una tormenta aún más persistente que la determinación de nuestros bravos Aragoneses, no hubiera acabado con sus fuerzas, en el nevero de la Araña. Digo con sus fuerzas, porque ni el mítico Ogro pudo con su voluntad. Cuando los equipos Suizos de rescate, dirigidos por Tony Hiebeler llegaron a avistarlos, sus cuerpos solo pudieron ser rescatados cuatro meses después, encontraron a la cordada en correcta posición de escalada, algo inaudito, incluso para los curtidos Helvéticos, expertos en cien tragedias. Nunca sabremos que hubiera sido de los “Maños”, pero nada nos impide soñar con ello.
Cerramos este capítulo con las palabras que nos dejaron en el libro de cumbre del Urriello , tras concluir la apertura de la más hermosa de las rutas.
Rellena los siguientes campos para contactar con los editores del blog:
Si crees que la oferta es errónea, incompleta o induce a errores, por favor, háznoslo saber: