Muchas veces, lo que se improvisa es lo que mejor sale y eso me ha pasado esta mañana
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Un poco porque se confirmaba una ventana de buen tiempo, un poco porque el Granada me lo hizo pasar bien ayer
, un poco porque no había podido salir a correr un par de días (la climatología se empeñó en ponérmelo especialmente complicado
) o simplemente porque seguimos vivos (vosotros para poder leer esto y yo porque lo estoy escribiendo), después de desayunar, me he metido dentro del traje de faena y he tirado para arriba.
Realmente, la cosa empezó ayer. Haciendo hora, me metí en la exposición de
“Miradas” en el antiguo Centro Artístico, y me encontré con una foto muy sugerente. Que conste que para hacer esta copia, pedí permiso. Es del siglo diecinueve.
En fin, me dije, un paso (aunque este parece que fuera hacia el vacío) siempre es el principio de un buena caminata y lo del siglo diecinueve me sugirió el antiguo y poco frecuentado camino
Real de los Neveros.
Desde que era un adolescente no había vuelto a recorrer esa ruta y me he dicho que ya era hora de hacerlo.
Después de la literatura vienen las imágenes.
Toda ruta tiene un perfil y este es el mío de hoy. Ha sido un ida y vuelta sin un destino concreto; sólo se trataba de llegar hasta donde diera el reloj ya que quería llegar temprano a casa. Han sido poco más de cuatro horas pero muy bien aprovechadas.
He dejado el coche cerca del restaurante las Perdices.
En esta ocasión no ha faltado un principio,
Una fuente,
Y un árbol desnudo vestido de novia.
Poco después de dejar atrás el Purche ha empezado la parte más espectacular de la ruta. Ha sido duro ya que he tenido que ir abriendo huella en una nieve en polvo reciente que en algunas zonas te hundías hasta la rodilla, pero ha merecido la pena. Estas son una pequeña muestra de lo que mis pupilas han podido disfrutar y que quiero compartir con todos vosotros.
Y eso es todo de momento. Espero que al menos os haya distraído un rato
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