Quiero compartir con vosotros un buen montón de sensaciones agradables que tuve la suerte de disfrutar el martes 26. Fue una experiencia en solitario aunque a partir del refugio de Góriz siempre estuve en contacto con una gran cantidad de montañeros.
Nunca había tenido el placer de caminar por los Pirineos y aprovechando que pasaba por allí, programé una caminata por Ordesa. Realmente no tenía pensado ningún tipo de meta ya que no conocía la zona y además la previsiones meteorológicas no estaban nada claras y no quería hacerme ilusiones.
Me levanté muy temprano (horario "ytantero"
) con la idea de coger el primer autobús desde Torla. Una vez que puse el pie en tierra, inicié la marcha de inmediato.
Seguro que la mayoría conoceréis estos parajes pero nunca está de más recordarlos.
Aunque no creía poder llegar hasta las cumbres no paraba de dirigir la mirada hacia lo más alto.
Cuando quise acordar, ya estaba aquí:
Me habían avisado que para subir a Góriz había que pasar por unos clavos y en ese momento me asaltó mi primera duda: ¿podré hacerlo? Me tragué el miedo y empecé a subir. Pronto me topé con los hierros y, aunque pasé un poquito de "por favor", lo superé sin más problema.
Esto fue lo que se veía desde ese lugar.
A partir de ese momento, todas mis dudas desaparecieron y me sentía ligero. En mucho menos de lo que esperaba llegué a Góriz.
De nuevo me asaltó la duda. ¿Podría alcanzar la cumbre del Perdido? Pregunté y me dieron algunas reseñas pero ninguna hablaba de dificultades técnicas especiales. Así que "to parriba". No hice muchas fotos, pero me sentía como un niño ante lugares que había oído nombrar infinidad de veces: Lago Helado, Cilindro, Escupidera...
Cuatro o cinco veces pensé aún en darme la vuelta, pero algo me empujaba a seguir.
Al fin alcancé la cumbre y ya os podéis imaginar el torbellino de emociones que se adueñaron de mí. Aunque la niebla se había apoderado de todo negándome las vistas, me sentía eufórico.
Pongo esta imagen para satisfacer requerimientos (si hay foto, hay cumbre
).
Poco más se podía hacer. El tiempo había cambiado y temía verme en medio de un marrón, así que puse pies en polvorosa. Afortunadamente, no llegó la sangre al río y también pude disfrutar de bellísimos paisajes durante el regreso. Como muestra este botón de despedida.
No cuento nada más; el resto lo dejo a vuestra imaginación. Sólo añadir que me sentí el hombre más feliz del mundo.
(Por supuesto que antes de las cuatro ya estaba en Jaca
)
, ademas de que ese vertice es el del Picon de Jerez, a quien vas a engañar si los Ytantos no soleis salir de Sierra Nevada 
