Hola Lowis. Mis recuerdos a esa edad eran los de ver las montañas como algo inaccesible y misterioso. Y más cuando las tapaban la niebla. Recuerdo que mis padres me llevaban mogollón de veces de excursión por las sierras de mi provincia, Cazorla, Pirineos... y siempre las veía desde abajo del valle o desde algún puerto de montaña que subíamos en coche. Y siempre me picaba la curiosidad de qué coño (o a los 14, qué coñito

) sucedía tras esas nieblas o por aquellas alturas de dios.
Ahora, cuando ya has desvirgado a unas cuantas (cumbres, quiero decir

), es otra la fascinación que produce, pero sigue mereciendo mucho la pena esta afición a la naturaleza y a este deporte.
Así que, no lo dejes y empieza a hacer cosillas pronto... que si te gusta igual consigues llegar al Everest.
Por cierto, Cali y Kiko, vuestras conversaciones molan un huevo.

Parecen extraídas de una novela rosa y con afán de continuidad... seguid así, chicos... BESOS.