LA ESCOBA DEL DIABLO
En un paraje muy escabroso de la vertiente del Picacho, y sobre cierta eminencia que domina toda la cuenca del Genil, se alzaba, hace muchos años, el castillo roquero de Guarnón, hecho a diente de perro, con nidos de golondrina en los torreones, cigüeñas de hierro en la barbacana, almenas coronando la muralla, y alrededor un profundo foso lleno de agua corrompida y pestilente.
Era señor de la fortaleza, y dominaba desde ella media Sierra, un conde feroz y sanguinario, por lo que temblaban ante él hasta los árboles y las piedras se estremecían de terror.
En frente del castillo, en humilde cabaña construída con paja de centeno, vivía, pobre y viejo, un leñador acompañado de su nieta, hermosa como el sol.
Entre el castillo y la morada campesina , se despeñaba un barranco muy profundo, prestando frescura y humedad a los bosques, arboledas y borreguiles.
Un pastor solía pasar con sus ovejas por éstos andurriales, y muchas veces se retrepaba a la sombra de las copudas encinas y decía amores a la niña que eran correspondidos con ternura y pasión.
Llegó una noche a la cabaña el caballero de Guarnón , que regresaba cansado y polvoriento de una de sus correrías, y se detuvo a refrescar bajo la techumbre del albergue, antes de subir a las alturas del castillo.
La muchacha se puso pálida como una muerta; tal era el terror que se experimentaba ante éste hombre semisalvaje y brutal, él en cambio quedó prendado de ella, y se volvió hacia sus arqueros ordenándoles que, atropellando al pobre leñador, cargaran con ella y la condujeran al castillo.
El enamorado pastor, que oculto había presenciado aquella escena, siguió de lejos a los raptores, corriendo ya sin rumbo por entre rocas y asperezas, llegó al fondo del valle, por donde bramaba sordamente el despeñado barranco torrencial.
Había en este sitio un árbol desgajado por la tempestad y apoyado por su copa en la otra orilla. Constituía una especie de puente, peligroso de cruzar en aquella noche tenebrosa y oscura, sólo de vez en cuando iluminada por el fogonazo de los rayos, que saltaban en las crestas.
Una aparición extraña e inesperada le detuvo aterrado, en el otro extremo del madero había surgido la figura de un hombre alto y delgado, vestido de color de fuego, con ojos que lanzaban luz fantástica y actitud sobrenatural y aterradora.
Detente!!!! Dijo con voz descomunal y nunca oída. El conde de Guarnón entró hace ya un rato en el castillo. ¿Te crees bastante para arrancar su presa al más poderoso señor de éstas montañas?
¿Quién eres, que adivinas los secretos de mi pensamiento? Dijo el pastor.
¿Qué quien soy? Contestó la aparición con una sonrisa burlona. Mírame bien; soy RAFA F. “El diablo”... Sólo yo puedo ayudarte, a cambio no te pediré nada pues mi objeto es hacer sufrir al señor de la comarca hasta apoderarme de su alma.
El pastor aceptó la propuesta del diablo desesperado como estaba.
El diablo sacó una escoba diminuta, Con ella-le dijo-barrerás cuantos obstáculos se opongan a tus deseos.
Así el joven barrió muros y puertas y emprendió huida con la muchacha, viéndose perseguidos sacó la escoba del diablo barriendo las altas cordilleras y dejando caer avalanchas de nieve que sepultaron a los demás bajo su manto. Así llegaron a la cumbre del Veleta, para después volver a su cabaña, pero dejaron olvidada en lo alto del picacho la escoba misteriosa, que desde entonces sigue barriendo sin descanso la nieve de la altura y arrojándola al fondo del Corral... FIDEL FDEZ.( S.NEVADA,1936)