Pongo el texto integro del articulo que publicó MANUEL TITOS MARTÍNEZ el dia 4 de diciembre de 2007 con motivo del 87 aniversario del Padre Ferrer.
¡Que pena lo que se nos ha ido!
Manuel Ferrer, S.I.
04.12.07 -
MANUEL TITOS MARTÍNEZ
HOY, 4 de diciembre de 2007, cumple el padre Ferrer, 87 años y con tal motivo sus paisanos le van a rendir esta tarde un justo homenaje. Acostumbrados como estamos los granadinos a llorar por el reino cuando lo hemos perdido, bueno es que nos acordemos de él ahora, cuando este hombre, tan conocido por todos, está entre nosotros rebosante de energía y de vitalidad. Valgan estas líneas para trazar un breve perfil biográfico suyo y para valorar su labor intelectual.
Manuel Ferrer Muñoz nació en Padul el 4 de diciembre de 1920; estudió inicialmente en el Instituto Padre Suárez y en el seminario de Granada (1935-39), ingresando en septiembre de 1939 en la Compañía de Jesús, en la que estudió Humanidades Clásicas en Puerto de Santa María entre 1939 y 1946. En 1947 inició los estudios de Filosofía en Madrid. Entre 1949 y 1954 estudió Teología en la Facultad de Granada, donde se ordenó sacerdote en 1952. Hasta 1955 dirigió la Congregación Mariana de Málaga; en 1956 fue nombrado director de la Congregación Mariana en Almería, y en 1956 fue trasladado a Granada para dirigir también la citada Congregación, a cuyo frente se mantuvo hasta su desaparición en 1974.
En 1965 creó el Centro Intercolegial de Granada. Aquel fue el germen de donde salieron clubes juveniles como el Sadday de montaña, el de tenis de mesa, el de periodismo, filatelia y otros muchos que canalizaron las energías de una juventud de escasos recursos pero ávida de acción. La Congregación Mariana, de objetivo eminentemente religioso, se abrió con el Padre Ferrer a un programa de formación integral de la personalidad de los niños y de los jóvenes a través de la creación del Centro Intercolegial; los jóvenes, divididos en Luises y Estanislaos, completaban su formación intelectual y religiosa con un profundo contacto con la naturaleza, a través de campamentos y actividades al aire libre permanentes, que se desarrollaron primero en el Sanatorio de la Alfaguara, más tarde en el Charcón y, finalmente, en el pantano de los Bermejales.
En 1974 la jerarquía jesuita decidió suprimir las Congregaciones Marianas cuando contaban con más de setecientos jóvenes asociados. El padre Ferrer volvió a Almería donde durante diez años fue párroco en barrios marginales (Piedras Redondas, Almendros y Araceli); en 1984 regresó a Granada para ocupar las parroquias de Fuensanta, Castillo de Tajarja y Peñuelas; en 1986 fue designado párroco de El Chaparral y en 1988 se hizo cargo también de la de Calicasas, en la que se 'jubiló' en 1993.
Ni él ni quienes se han formado a su alrededor han dejado nunca de estar en contacto con la Sierra y acaso esta tarea pedagógica, al estilo de los hombres de la Institución Libre de Enseñanza, es la misión más importante que, en relación con el montañismo, ha realizado este insigne jesuita granadino.
Desde el punto de vista bibliográfico, la gran obra del Padre Ferrer de todos recordada es su Sierra Nevada, publicada por Manolo Anel en 1971, obra colectiva en la que su autor consiguió aunar el trabajo de más de veinte especialistas en botánica, geología, fauna, geografía, hidrología, historia, bibliografía y montañismo, que configuraron un trabajo 'total', completado con un impresionante material fotográfico, una renovada cartografía y un conjunto de sesenta y dos fotografías aéreas tomadas en vertical que abarcan la totalidad de la Sierra y que se complementan con unas hojas de acetato superponibles, en las que se han marcado los accidentes más importantes, los ríos, los caminos y los lugares más conocidos. El 18 de mayo de 1971 el Ministerio de Información y Turismo declaró el libro Obra de Interés Turístico Nacional.
Desde su regreso a Granada en 1984, Manuel Ferrer inició la preparación de un nuevo y monumental libro, Sierra Nevada y la Alpujarra, que con la colaboración de otra legión de profesores universitarios, vio la luz entre 1985 y 1986 en cuatro tomos y uno más de cartografía.
En los últimos años sus aportaciones al conocimiento de Sierra Nevada han sido constantes. Ahí está para demostrarlo su aportación en el libro 'Granada más allá de las nieves' (1984), su trabajo sobre 'Minerales de Granada. Sierra Nevada' (1991) en colaboración con Francisco Mora Teruel, o el de 'Aguas de Sierra Nevada' (1993) que elaboró con su permanente compañero serrano, Eugenio Fernández Durán. Escribió la visión general de Sierra Nevada inserta en el tomo tercero de los 'Nuevos paseos por Granada y sus contornos' (1993) y el estudio preliminar al libro de Johannes Rein sobre Sierra Nevada, traducido por primera vez al español después de cien años de su publicación en Viena (1994). Recientemente ha trascrito y preparado también el estudio preliminar de los libros de Apeo de Calicasas, de Padul, de Güéjar Sierra, Nigüelas, Lanjarón y Albuñuelas.
Sus trabajos, realizados casi siempre en colaboración con distintos Departamentos de la Universidad de Granada, le permiten ser hoy una de las personas que más conocen la Sierra y que más han contribuido a la difusión de dicho conocimiento.
En 1995 tuve el honor de organizar, a través de la Caja General de Ahorros de Granada, una exposición sobre cartografía de Sierra Nevada y de publicar un libro con dicho motivo en colaboración con Javier Piñar, que dedicamos al Padre Ferrer cuando cumplía 75 años de edad. En el verano de 1998 los organizadores del Festival de Música Tradicional de la Alpujarra le dedicaron el mismo. También en 1998, la Universidad de Granada le otorgó su mayor distinción serrana, La Estrella de las Nieves. Hoy, en este acto solemne y entrañable, recibe el reconocimiento de su pueblo y de sus paisanos, con quienes nunca ha dejado de estar en contacto.
Creo que, con ser ello notable, su gran mérito no ha sido lo que ha escrito sobre Sierra Nevada; el Padre Ferrer tiene en su haber dos grandes aportaciones que le hacen acreedor del cariño de los granadinos y del homenaje de nuestras instituciones; primero, el haber enseñado a ver la Sierra a cientos o miles de jóvenes que la han recorrido, conocido y amado de su mano; segundo, el haber conseguido que muchos profesionales y profesores universitarios se pusieran a investigar y a escribir sobre Sierra Nevada, impulsados por este hombre de fuerte constitución y férrea voluntad; y una vez iniciada la tarea, hemos podido comprobar que, en todos los campos de la ciencia, el trabajo es inagotable. Ese ha sido su gran labor y por ello todos los que le hemos conocido y trabajado con él le llevaremos siempre en nuestro corazón. ¿Feliz cumpleaños, don Manuel!