La verdad es el enganche por la montaña (desde la afición, pasando por la pasión, hasta el último peldaño del atracón) se nos ve reflejado en nuestros ojos, en nuestras piernas, en nuestros caminos, en ese algo que nos llama y que se puede hasta emprender con tanto oxígeno como por allá arriba circula.
Y de tanto andar, subir, bajar, crestear, escalar...llevamos las estadísticas pegadas a la espalda, como una marca de agua. Quin más sale a la montaña, más riesgo tiene de sufrir un accidente, está claro y tan clara. Más que quien se queda alrededor de la mesa camilla y nunca sabrá lo que es un saltacolinas.Especie de "homo erectus rarus"
Pero por ahí viene lo bueno, que se coge experiencia a la fuerza. Con vientos a favor y en contra.Instintivamente, si me apuras.
Y a veces nos pasan pues estas cosas, con angel de la guarda incluido, y bienvenido seas a tu casa, como bien dices amigo Boticario, y sin cerradura en la puerta por si acaso.
Claro que nunca uno piensa que te va a ocurrir a ti; si no, no saldrías ni a por el Marca.
Esto es como los accidentes de tráfico, los ves pasar por delante de tus ojos, de los telediarios; te acongojas y acojonas diez minutillos de oreja, media hora, tres cuartos y de la buena, hasta que necesariamente tu mente tira pa otra parte, metiéndole la quinta a lo diario, por lo menos. Porque tienes que seguir viviendo y respirando C02 a la fuerza, vamos.
En resumidas cuentas, Trevenque, que mucha suerte tengas, y la traduzcas en más experiencia para el futuro. Y hasta la próxima, indiscutiblemente! Saludos, campeón!
Porque no habrá camino, ni cumbre, ni horizonte igual, mientras que exista ese infinito al que llamamos mirada
( joseme [
www.caminosdelsur.es] )