Así pues, vengo en proclamar:
"Gra, gra, gra,
grajo molinero,
tu pare está en er sielo,
tu mare en el corral,
jasiendo pan y migas,
y tu no las catarás,
gra, gra, gra"
(coplilla jocoso-festiva sacada del romancero popular, aclaro.Entónese
con ritmo playero y voz aguardentosa, aconsejo.)
Vean, pues, damas y caballeros cuanta inundación de ecumbriasis se apoderó de nuestras almas beteteras y nuestros cuerpos hambrientos de poesía y llanto. Selene nos besó en la frente, acarició con el brillo de su plata a nuestras amadas monturas y bendijo el vino que trasegamos, los bocatas que nos zampamos y el flan que engullimos. Y para rematar la faena, repartióse una onza de buen chocolate por cabeza y estómago. No en vano, quedamos los cuatro jinetes para el papeo nocturno y la sublimación del buen vino, "fruto de la vid y del trabajo del hombre", allende el arrullo del brioso río y la brisa de la hechizada colina.
¿Y por qué no, mis respetados compañeros? En lugar de tomar sopa de sobre y sello frente a la frialdad de la pantalla de ese invento del Maligno llamado televisor y acostarse seguidamente con el mosqueo incluido por el ruido, la contaminación y el dolor de juanetes, decidimos los cuatro cabalgar al lomo de nuestras jacas y maldecir el estrés diario riéndonos a carcajadas de la tenaza de la ciudad y sus males tráfico-claxónico-duodenales. No es para menos, afirmo.
Nos arropó la paz, el aura y el aliento de la montaña, nos abrazó la noche y su magia y nos acogió nuestra rutilante diosa con el disco de su eterna gloria.
¡Cuán ecúmbrica experiencia con tan ecúmbricos compañeros!
Apúntense a la próxima, shavalotes. Avisaremos con tiempo.
Un mu juerte abrasso, peña.
P.S.: Por cierto joven René, que si llegamos a pillar al mono hijo de mil padres, ten por seguro de que hago que se trague él solito todo el vino con recipiente y corcho incluido, afirmo.