La bota es el nexo de unión de la transmisión de los apoyos entre el cuerpo y los esquís, por lo que conviene utilizar una bota acorde a las exigencias de nuestro esquí –nivel, peso y tipo de especialidad– y a la anatomía propia de los pies. El confort debe primar, pues una elección incorrecta puede producir problemas. Los pies dentro de las botas están expuestos a presiones, que pueden dar lugar a lesiones e incluso deformaciones.
Desde hace años los fabricantes trabajan en el tema del confort y en materiales más dúctiles y más adaptables. Al margen de los botines (estandares/personalizados), los modelos varían en función de los ajustes –canting, flexión, inclinación–, los cierres e incluso la seguridad.
En líneas generales la carcasa –la parte exterior del botín– marca las cualidades de la bota: a más flexibilidad más comodidad y a mayor rigidez mayor nervio a la hora de transmitir los apoyos. El botín incluido en las botas de nivel alto es excelente aunque si tenemos unos pies con problemas podemos personalizarlos mediante la técnica termoadaptable: con los pies dentro de la bota se inyecta un tipo de espuma (foam) que se adaptará anatómicamente.
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