De punta señores, de punta se me ponen lo pelos de pensar en mi querida playa de la Barceloneta con 35º en agosto. La primera en la frente, o te plantas a
las 07:00 de la mañana en la mismísima playa… o ya te puedes ir preparando pa un “paseito” de más de media hora con la toalla, la sombrilla , la nevera, el flotador del niño y la madre que lo parió, en plan peregrinación a Lourdes, esperando el milagro de encontrar un hueco para alojar semejante ajuar. Porqué vamos, esto parece el primer día de las rebajas, sólo que aquí la única ganga que voy a encontrar es una cervecita a las siete de la tarde mas menos, porque nadie sabe el motivo, pero al chiringuito parece crecerle un perímetro de seguridad que impide cualquier acercamiento a riesgo de cruzar alguna mirada desafiante con otro desesperado y nos tengamos que partir la cara a ver quien iba antes…
Y esto es el paraíso????? Eaaaaaaaaaaaaa!!!!!! Se ha acabó, cambio de planes… cojo a la parienta y a los niños y to quisqui al Pirineo, montaña, bendita montaña. Primera sorpresa, no hay atascos y el paisaje es magnifico, bosques y más bosques con el sonido tranquilizador de agua al fondo…esto promete.
Llegada al hostal, sencillo y limpio y sin aire acondicionado…jeje, aquí no se estilan estos chismes, que maravilla, dormir con pijama y tapadito. De ruta por el monte con la familia, nunca olvidare esos bocatas al borde de un ibón, trocitos de cielo… los llamo mi hija, maravilloso ciertamente. De vuelta un mercadillo medieval nos invita a perdernos entre tenderetes y artesanos de otras épocas. Unas vacaciones donde el tiempo lo marca nuestro cuerpo… y nuestras ganas de hacer o no hacer. Un lujo al alcance de todos si nos acercamos a nuestro Pirineo.
Mejor la montaña... que la playa...
Llegada al hostal, sencillo y limpio y sin aire acondicionado…jeje, aquí no se estilan estos chismes, que maravilla, dormir con pijama y tapadito. De ruta por el monte con la familia, nunca olvidare esos bocatas al borde de un ibón