Salgo de casa hacia las ocho y media. Mi novia me deja el coche para ir hasta allá.
El día se presenta radiante.
Llego sin complicaciones hasta el paso fronterizo, donde un miembro de la Policía Nacional me pide el DNI, labor que realizan habitualmente y que provoca que, a veces, se hagan unas desesperantes colas de vehículos.
En el centro de Sant Julià cojo la carretera que sube hacia el complejo de Naturlandia. Paso el campo de tiro y cuando veo la impresionante estructura del Tobotronc, una atracción única en el mundo por sus características, sé que no falta mucho para llegar.
A las diez menos cinco estoy en las taquillas de la estación, donde pido por Laura, la persona con quien tenía que contactar y por Albert de la productora Carrota. Como Albert todavía no ha llegado, aprovecho para ir a cambiarme y coger las cámaras, pero cuando voy hacia el coche me lo encuentro de frente, acompañado de Jordi, el cámara, a quien me presenta. Quedamos en la cafetería. El tiempo es diferente aquí arriba ya que sopla un viento bastante desagradable y una nube se empeña en tapar el Sol.
Lo primero que hacemos es ir a las taquillas.
Hago lo que hago habitualmente cuando llego a una estación de esquí, es decir: buscar la persona con quien he contactado, presentarme, explicar mis intenciones e intentar conseguir que me faciliten un poco el trabajo. En el caso de hoy, tengo que repetir varias de estas acciones, pues Jordi, cargado con la cámara, intenta encontrar la mejor toma para el reportaje, escenas de como pido por Laura, de cómo me presento, de cómo vamos hacia la tienda de alquiler de material.
Una vez dentro de la tienda, ella me pregunta qué pie calzo y qué altura hago, para darme los esquís, los palos y las botas.
En ese momento entran los chiquillos de una escuela, con lo que todo el local se llena de alboroto. Un profesor se acerca para decirnos, con un tono algo airado, que los padres no autorizan a que sus hijos sean grabados. Se le explica que el objetivo de la cámara no son ellos, argumento que no parece convencerle mucho.
Ya estamos listos y podemos empezar a esquiar.
Seguidos de cerca por Jordi y Albert, Laura y yo empezamos a deslizar nuestros esquís por la zona de debutantes.
Entre explicaciones y comentarios hacemos todo el llano, viendo los trineos de perros y el impresionante tipi que se levanta al fondo.
Entro en el tipi, subo a uno de los trineos.
El viento y la nube no se van y tengo un poco de frío, que se me pasa haciendo ejercicio. Laura me cuenta algunas de las características de la estación mientras volvemos esquiando por el llano hasta el punto de donde hemos salido.
La estación de La Rabassa tiene muchos atractivos. Aparte de ser la única estación de esquí de fondo de Andorra, el espacio se define como Naturlandia y es un eco parque temático. Además de un llano a 2000 metros muy adecuado para la iniciación al esquí nórdico o para hacer unas primeras deslizadas de calentamiento (ejercicio previo recomendado para la práctica de cualquier deporte), tienen un total de unos 15 km de pistas con diferentes niveles de dificultad. Hay varios itinerarios para hacer con raquetas de nieve, ofrecen la posibilidad de hacer recorridos con motos de nieve o vehículos oruga, bajar por toboganes de nieve o artificiales. Tenéis toda la información que queráis en su página web:
El Tobotronc es una de las atracciones con mayor tirada del parque y con razón, pues es el más largo del mundo y asegura rápidas emociones o un tranquilo descenso en medio de los bosques lauredianos, todo depende de las ganas de la persona que pilote el aparato.
Junto a los locales de taquillas, alquiler y restauración hay una cinta por donde se accede a la pista artificial de tubbys. Los tubbys son como unos flotadores que se deslizan por unas pistas preparadas, ya sean de nieve o de un plástico sintético y que proporcionan una segura y divertida sensación.
Intento grabar el corto descenso pero no puedo aguantar bien la cámara, mientras bajo sin poder mantener el rumbo.
Después vamos al restaurante para grabar la entrevista. Se llama El Refugi y tiene un ambiente cálido y acogedor al que me gustaría llevar a mi pareja un día de estos. Nos colocamos frente a la chimenea y me ponen un micrófono pequeño con un transmisor "de solapa", al igual que el de los profesionales. Una vez acabada la conversación ante la cámara me fijo en los platos que llevan los camareros, que son bastante abundantes, lo que me reconfirma que mi intención de venir a comer algún día será acertada.
Nos despedimos de los chicos de Carrota y hacemos un corto recorrido por el interior de los bosques de una de las pistas.
Cuando acabamos, y ya más abrigados, descendemos por el Tobotronc, el impresionante y larguísimo tobogán de 5,3 kilómetros, el más largo del mundo, sobre un trineo biplaza.
Laura no se corta un pelo con el freno y lo aplica a escasos intervalos con lo que tomamos mucha velocidad y en las primeras curvas tengo la sensación de que la silla se despegará y saldremos disparados contra uno de los pinos. Pero no, el trineo es muy seguro.
La bajada dura unos cinco minutos adrenalínicos.
En la parte de abajo se ubican dos restaurantes más, el Cheese's Art, especializado en quesos, y el Panoràmic, desde donde se puede disfrutar de unas magníficas vistas, además de la tienda, el campo de tiro, la pista de patinaje y toda una serie de otros servicios.
Subo a otro trineo para hacer el camino de subida. Esta es mucho más relajada.
Cuando estamos arriba, Laura me enseña la Aula de Natura, un espacio para observar la flora y la fauna autóctonas de la zona y donde se puede conocer la historia geológica de este lugar. Hablo con su encargado, Toni López, que me fascina con sus explicaciones. Se le nota su pasión por la montaña y por la Naturaleza y su inquietud pedagógica queda bien patente en este espacio y en las iniciativas que ha emprendido y en las que me explica que quiere llevar a cabo.
Son aproximadamente las cuatro de la tarde. Me quedaría más tiempo, pero tengo que hacer más cosas, así que me despido y con el coche llego hasta Encamp, donde hago un par de gestiones.
Bajo a Andorra La Vella, a la tienda que Albert Llovera tiene en la avenida Doctor Mitjavila 24 para verlo. Le encuentro intensamente ajetreado, pero con la sonrisa que lleva siempre dibujada en el rostro. Le llaman de una emisora para una entrevista y, cuando acaba, tenemos un momento para conversar. Conversación corta, para darle a conocer el proyecto y saber su punto de vista sobre varios temas. Entre la presentación de su nuevo libro, el trabajo en la ortopedia y la preparación de la temporada no me puede dedicar mucho tiempo, pero este es muy valioso.
Para los que no lo conozcan, Albert Llovera es un muchacho que corre rallys y también ha participado en la dura prueba del Dakar ... con la particularidad de que lo hace todo con los brazos, ya que desde los 18 años sufre una paraplejia de pecho para abajo. Es un ejemplo de afán de superación y de no dar el brazo a torcer, por mucho que se tuerzan las circunstancias, siempre en busca de nuevos objetivos y nuevos retos. Recomiendo que entréis en su web.
Retomo el camino de vuelta a casa. Estoy contento de haber esquiado en la primera de las estaciones andorranas.
Ya instalado en el despacho, pongo en orden los recuerdos y los entornos 2.0. Veo que no he recibido respuesta de ningún medio de comunicación con los que me puse en contacto, el único correo de este tipo es el de Cristina, la chica que me entrevistó para las revistas Belluga't y Viure als Pirineus . Planifico la agenda de mañana, volver a llamar y reinsistir, pues soy yo quien está interesado en darle bombo al proyecto.
me parece interesante que des pistas con los enlaces