Hasta hace dos años no había segregación entre hombres y mujeres en pistas como había sucedido con la Revolución Islámica del Ayatollah Jomeini. En algún remonte había colas "express" para mujeres, que últimamente habían abandonado en pistas el normal mantoe (abrigo largo), el rusarí (similar a una foulard enrollado sobre la cabeza) y por supuesto, el chador (lienzo grande de tela negra que cubre todo el cuerpo, dejando abierta la cara para ver)que es necesario para entras a determinados edificios religiosos y por supuesto en las mezquitas.
Los Basiji (Cuerpo parapolicial para la promoción de la virtud y prohibición del vicio, que suelen dar alguna vuelta) se conformaban con que se llevara el pelo mas o menos cubierto.
Desde la llegada del presidente Mahmud Ahmadinejad las cosas han debido cambiar bastante, ya que se estaba viviendo cierto aire de aperturismo y relajación de las viejas costumbres del régimen islamista de los Ayatollahs con el reformista Mohammad Jatami. Ese cambio parece que fue provocado por el hecho que el 70% de los 77 millones de iraníes tenían menos de 35 años y gran acceso a los medios occidentales como internet o las cadenas satélites. Aunque es una cuestión mucho mas larga y digna de estudio, pues la historia reciente iraní es sumamente interesante.
En cualquier caso, en la montaña, ya sea esquiando o de caminata, determinadas costumbres se relajan. Aunque en Teherán era fácil ver, como “por descuido” muchos rusarís se deslizaban y dejaban ver peinados y tintes occidentales, así como labios pintados y maquillaje, en la nieve directamente se olvidaban y se veían ajustados trajes de esquí de colores llamativos e incluso los terribles fosforescentes de los 80. Nada que ver con la antigua segregación y con la obligatoriedad de las mujeres de llevar abrigos largos sobre la ropa. Incluso, es interesante saber que al menos un 30 % de los usuarios en general, son snowboarders.
En las ciudades la vida cambia bastante si consideramos el interior de las casas. Detrás de muchas puertas hay una gran vida muy diferente apartada de la vista de la gente. No solo en la forma de vestir (especialmente las mujeres), sino también en costumbres, música, etc. A pesar de que no sea visible en un primer vistazo para occidentales, no es extraño que un viajero occidental pueda ser invitado a fiestas con música de moda y alcohol, el cual no es difícil de conseguir en el mercado negro. Incluso la vida cultural underground es especialmente activa en las principales ciudades con una panorama creativo bastante interesante a pesar de las dificultades que el régimen de los Ayatollahs imponen férreamente en todo el país
En cualquier caso, las instrucciones básicas nos dictan que la mujer no puede enseñar más que los pies, manos y cara. A las occidentales se les permite algo más y pueden usar pantalones si no son ajustados siempre que vayan acompañados del hijab o un pañuelo que cubra el cabello, manga larga y preferiblemente una camisa ancha o abrigo que tapen hasta el trasero. Los hombres podemos ir más cómodos, siempre que no llevemos pantalones cortos y siempre, para todos, el sentido común y el no usar ropas o colores estridentes.