El Esquí Ballet, o Esquí Acrobático como lo conocimos algunos, es probablemente una de las modalidades más originales del esquí y a día de hoy hay pocas cosas que se le parezcan. Para los que no sabéis de lo que hablo, os dejo el vídeo y después un pequeño resumen.
En la historia del esquí, el Esquí Ballet emerge como una modalidad única en los años 70 y alcanzó su apogeo en la década siguiente. Este estilo de esquí artístico y teatral, que nació a partir del Hot Dog Skiing, capturó la atención de los amantes de la nieve con sus piruetas, giros y trajes extravagantes. Aunque desapareció a finales de los 90, su impacto sigue resonando en la memoria de aquellos que presenciaron la fusión de deporte y espectáculo.
El Esquí Ballet, clasificado como parte del freestyle, consistía en descender por una pista de poca inclinación en la que los esquiadores realizaban acrobacias al ritmo de la música. La competición evaluaba la dificultad técnica, la ejecución impecable de los trucos, la coreografía y hasta el carisma del esquiador. Este arte sobre nieve evolucionó desde los originales trajes y trucos radicales de los Hot Doggers hasta un estilo más fluido inspirado en el patinaje artístico.
La década de 1980 marcó la entrada oficial del Esquí Ballet en la Copa del Mundo, con nombres como Bob Howard y Hermann Reitberger dominando las competiciones. Estos esquiadores llevaban consigo el espíritu del Hot Dogging, inventando trucos y demostrando su destreza en cada prueba. Aunque el intento de la FIS de integrar el Esquí Ballet en los Juegos Olímpicos no tuvo éxito, la modalidad prosperó con artistas como Suzy Chaffe, que elevó el ballet a una expresión artística sublime.
El Esquí Ballet no solo era un espectáculo de destreza, sino también una exhibición de equipo altamente especializado. Desde esquís cortos y suelas convexas hasta bastones larguísimos y rígidos, cada elemento del equipo estaba diseñado para potenciar la creatividad de los esquiadores. Eso sí, la seguridad no era una prioridad en el material con fijaciones que no permitían la liberación de los esquís.
A pesar de los esfuerzos de la FIS por mantener viva la llama del Esquí Ballet, la falta de audiencia en copa del mundo y su ausencia en los Juegos Olímpicos de 1994 marcaron el principio del fin. A lo largo de los años 90, las competiciones de Copa del Mundo disminuyeron gradualmente hasta que, en 2001, el Esquí Ballet desapareció oficialmente. Aunque algunos lo veían como un deporte extravagante, su legado vive en la memoria de aquellos que apreciaron la gracia y la habilidad de los esquiadores que desafiaron la gravedad con estilo.