Supongo que para muy pocos de vosotros el calentamiento es un concepto desconocido. Hemos oído todos una y mil veces la importancia que tiene calentar y preparar bien los músculos antes de empezar una actividad física para, de esta manera, optimizar el rendimiento y evitar lesiones musculares.
Pero, pese a que todos sabemos que es muy importante calentar bien, la realidad es que veo muy pocos esquiadores que realmente realicen un buen calentamiento antes de empezar a esquiar. El ‘ansia’ por subir los primeros en el telesilla, las ganas de esquiar esas primeras bajadas sin nadie en la pista y con la nieve en perfectas condiciones nos lleva muchas veces a ser imprudentes y arrancar la actividad física sin calentar adecuadamente
Debo decir, en defensa del esquiador recreativo, que esta 'pereza' por calentar se repite en todos los ámbitos, desde los profesores de esquí a los corredores. De hecho, durante los años que he estado entrenando corredores de esquí he vivido muy de cerca esta ‘ansia’ por empezar a esquiar (amplificada gracias a la energía infinita y la sensación de invulnerabilidad que otorga la juventud) y he luchado día tras día por generar en ellos rutinas de entrenamiento que incluyan un adecuado calentamiento.
Hoy me gustaría compartir estas rutinas con todos vosotros.
A mi modo de ver un buen calentamiento consta de dos partes, primero realizaremos una serie de movimientos para calentar las articulaciones y los músculos para, una vez acabado este primer calentamiento, seguir con dos o tres bajadas esquiando en que la intensidad y velocidad irán aumentando progresivamente.
En el vídeo que podéis ver aquí debajo demuestro una secuencia correcta de movimientos en parado para calentar las articulaciones antes de empezar a esquiar. Notad que empezamos los movimientos articulares desde los tobillos y rodillas y vamos subiendo hacía la cadera, hombros, codos, muñecas…
Una vez realizado este primer calentamiento empezaremos ya a esquiar, pero, como decía antes, lo ideal es que las dos o tres primeras bajadas (dependiendo de la longitud de éstas) las empecemos muy suavemente para, poco a poco, ir aumentando la intensidad y velocidad.
Una buena práctica para estas tres primeras bajadas del día es aprovecharlas para trabajar aspectos técnicos realizando ejercicios a poca velocidad. Por poner un ejemplo se puede hacer una primera bajada de curvas derrapadas donde busquemos fijarnos especialmente en la posición del cuerpo, una segunda bajada en que hagamos ejercicios de trabajo sobre el exterior y una tercera bajada en que vayamos aumentando progresivamente la velocidad y reduciendo el radio de las curvas (empezando con curvas amplias derrapadas y acabando con curvas cortas conducidas) para, una vez acabado el embudo, hacer algunos cambios de ritmo.
Con este tipo de calentamiento minimizaréis el riesgo de sufrir lesiones y prepararéis el cuerpo para rendir al 100% durante la jornada de esquí.
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Sam Suarez,
Técnico deportivo superior