1 • Esquiador Bigfoot
Los miniesquís bigfoot, llamados así por su forma de pie de 30 o 40 cm de largo, tuvieron su apogeo a finales de los 90 y, siendo muy generosos, hasta mediados de los 2000. Ya quedan pocos pero aún hoy día no es raro observarlos entre el 25 de diciembre y el día de Reyes haciendo equilibrios mientras intentan bajar por pistas rojas.En su día probaron de esquiar, no aprendieron y definitivamente no les gustó lo de llevar unos esquís en sus pies.
Cuando descubrieron los bigfoot pensaron que sería una buena cosa. Acostumbran a formar parte de un grupo mayor de esquiadores, sean familia o amigos, a quienes sí que les gusta la nieve y pasar una semana blanca por ahí. Suben a pistas por obligación y por ello lo hacen con los bigfoot. Mientras el resto de su grupo van juntos y pasándolo a lo grande por las pistas altas ellos se deslizan en solitario por pistas azules, parando con mucha frecuencia en medio la pista y mirando a los demás como si fueran objetos que estorban.
2 • Románticos de lo antiguo
Sin duda alguna son esquiadores románticos, y por ello veteranos, de una época que ya no volverá. En su día fueron pioneros del mono esquí, que tuvo su apogeo a finales de los 80. Son años que recuerdan con nostalgia porque eran admirados por todos quienes se encontraban en las insufribles colas de los telesillas de dos plazas. Por esa misma razón se apegan a los equipos Roc_neige y Nevica muy descoloridos de esa bonita época. Posiblemente calzan el monosquí con fijaciones Atomic o Look y sus botas suelen ser unas Koflack muy viejas o unas Salomon equipe SX91.Grandes conversaciones con ellos si coincides en un telesilla. Queda con ellos para entablar una buena tertúlia aprés-ski a partir de las 5 de la tarde.
3 • El ocasional
Esquiador poco motivado que sólo sube a la nieve en días que hace sol, no hace viento, no hace mucho frío y hay buena nieve. Por supuesto no sabe poner las cadenas y si por mala pata pilla nevada a la vuelta de su día de esquí, se queja de lo mal que limpian las carreteras. Usa material más bien anticuado, con algún complemento nuevo o seminuevo que se compra cada vez que sube a pistas. Sólo esquía algún fin de semana de febrero o durante un par de días de las fiestas navideñas. Aprovecha cualquier excusa para acercarse varias veces a una terraza pie de pistas para tomarse un café, fumar un cigarrillo o zamparse un plato combinado. De todas las edades, condiciones y sexos.4 • El friki o apasionado enfermizo
En los Pirineos catalanes es muy popular y se le conoce con el argot propio de Malalt de neu. Acostumbra a ir en grupos pequeños, posiblemente una cuadrilla. Muy afincado a visitar 3 o 4 estaciones que tiene de referencia, aunque un par de veces durante la temporada intenta visitar alguna estación más allá de su área habitual.Su trauma de buena mañana es escoger con qué esquí va a esquiar para es día y cuál van a escoger sus amigos. Por si acaso, se lleva todos los esquís al coche, evidentemente 4x4 y con neumáticos de invierno y personalizado con varios adhesivos tema nieve. Su familia o compañero/a son pacientes con él, sabiendo que mejor que tenga esa afición a que se aficione a otras cosas peores.
Básicamente hombres de entre los 25 hasta los 35 o 40 años, apasionados de la técnica, el material, la meteorología y los baruchos de 5 a 8 de la tarde con ambiente après-ski.
5 • El aplicado
Muy parecido al friki, pero más estiloso, siempre bien equipado en material, ropa y complementos, y no disimula su pasión por la nieve y el esquí. Le va bien casi todo y nunca ve inconvenientes para subir a pistas. No importa que de buena mañana esté nevando, lloviendo o la montaña quede cubierta por una niebla densa. Subirá. Su religión es la nieve y su estación de esquí favorita es una especie de catedral que hay que enseñar a sus amigos y conocidos. Sube a pistas el primer fin de semana que empieza la temporada y ya prácticamente no deja de hacerlo hasta que su estación echa el cierre.Se puede hablar con él de lo que quieras del mundo de la nieve. Si le preguntas siempre tendrá una respuesta razonada y convincente. Sabe de qué habla y no le engañan fácilmente con según qué historias. Conoce un sinfín de estaciones y países en los que esquiar.
6 • El aguafiestas
El polo opuesto al aplicado y al friki. Cualquier excusa es buena para no subir a esquiar, y por supuesto nunca iría solo a la nieve. Pero sí, al final sube a la nieve.Llega tarde a todas las citas o encuentros, ya sea para hablar del fin de semana en la nieve y cuando ya se encuentra esquiando en pistas siempre quiere ir al lavabo, necesita un café o dice necesitar un bocadillo porque no ha desayunado, lo cual es falso. Se siente obligado a subir a pistas, bien porque todos sus amigos van, o porque le obliga su pareja o familia.
Desmotiva a los demás pero todo lo que tiene de malo por un lado tiene de bueno por el otro. Contribuye con su forfait a la economía del sector y sin embargo apenas usa pistas y remontes.
7 • El hiperactivo tecnológico
De todas las condiciones, edades y sexos, aunque el perfil joven o adolescente suele ser el que mayor porcentaje se lleva. Puede ser un buen esquiador, o incluso regular o directamente debutante. Solo bajarse la barra de protección del telesilla usa su teléfono para aprovechar el trayecto del telesilla para chatear, revisar las fotos capturadas o para consultar los kilómetros esquiados gracias a su app tracker. Lo mismo cuando se sienta en la terraza de moda de la estación. O mientras hace cola para pedir una crêpe.Por supuesto lleva incorporada una go-pro o cámara de acción similar. Cuando les veas en pistas mejor deja espacio ya que suelen ir concentrados con el palo selfie de la Go-pro o van grabando a un compañero de esquiada y no ven mucho más allá de los 2 metros a la redonda. Encima suelen ir rapiditos y con un radar invisible para localizar pequeños saltos que nunca desaprovechan.