Manzaneda, Galicia calidade
Lo reconozco: yo no sabía que se esquiaba en Galicia hasta que empecé el Reto 33 Estaciones e hice la primera lista de estaciones. Acabo de visitar Manzaneda, de esquiar por dentro de su bosque y me ha sorprendido. Sobre todo, porque me encantan las estaciones que tienen personalidad propia. Y Manzaneda la tiene: si me soltaran aquí en medio de repente, podría identificar la estación de inmediato.
¿Por qué? Por su bosque. Hemos tenido suerte, porque hemos llegado justo en la cola del temporal que ha sacudido la Cordillera Cantábrica y han tenido que cerrar por vientos, avalancha de nieve y puertos cerrados algunas de las estaciones vecinas. Manzaneda ha sido la primera en salir del temporal y hemos llegado justo a tiempo. La hemos encontrado cubierta de niebla. Pero también cubierta de nieve, de nieve 100% natural porque aquí no hay cañones.
Así que, en un momento en que se ha despejado la niebla, hemos podido descubrir su paisaje y sus rincones mágicos. Estamos en tierra de meigas y el bosque de Manzaneda las tiene. ¿Sabéis esa sensación de decir “esta es la última bajada”, pero luego ves la silla abajo y piensas “bueno, haré una más”. Pues eso me ha pasado durante las dos ultimas horas y ocho bajadas. Me lo he pasado genial en ese bosque de hadas bajando fuera pista entre los árboles. Me encanta esquiar entre árboles. Y aquí es fácil, porque como no hay cañones aún, la diferencia entre la pista y el fuera de pista es pequeña. Sí, que no se ha pisado. Pero cuando la nieve está removida, empieza a notarse poco…
“Nuestro problema es que necesitamos cañones. Nuestra ventaja es que todo el suelo es de hierba, así que con 20 centímetros podemos abrir. El año pasado tuvimos 45 días de nieve y este año abrimos 10 días sueltos en enero y ahora desde el 18 de febrero no ha parado de nevar”, nos dice Gustavo Sanmartín, su director.
La verdad es que hay mucha nieve. Tanto como para pasar esquiando por encima de los separadores de 1,6 metros que hay entre pista y pista arriba de todo. “El plan de cañones está dando vueltas desde 2006, pero ahora por fin está en la última fase y, si todo va bien, podremos empezar en verano”.
Manzaneda tiene pendientes dulces, aunque hay una zona con más desnivel, que nosotros hemos encontrado cerrada porque hay mucha niebla y la gente se pierde bosque abajo. Tiene una silla desembragable de seis plazas que sube a las antenas, la cota máxima de la estación, y desde ahí puedes bajar por la zona central (donde se pondrán los primeros cañones), con pendientes más suaves, la zona de la derecha que se adentra en el bosque con un montón de palas y caminos unidos y la zona de Corzos que es la más roja, que como hemos dicho estaba cerrada.
Este año se han ampliado las pistas, se ha ensanchado la entrada al telesilla principal, se han hecho variantes a las pistas del bosque, se ha abierto un bar en la cota máxima (Teixo) y se ha puesto en marcha una nueva web, en la que se ha inaugurado la venta online de forfaits con éxito: se han llegado a vender 380 en un solo día. “En un día de sol y nieve llegamos a tener 12.000 visitantes, aunque la mayoría de ellos no esquían (récord de día de esquiadores: 4.800, este año)”.
Manzaneda es, junto a la pequeña portuguesa Serra de Estrela, la estación más occidental de Europa. “Somos la estación de los gallegos. Y tenemos una gran ventaja: en Semana Santa puedes venir a esquiar y dos horas después estás en la playa”, añade Sanmartín, que también destaca las ventajas del hotel que hay en la base de la estación con 180 camas, un spa “que es la envidia de la provincia”, un polideportivo, un circuito de karts, una tirolina gigante, un parque de árboles…
“Somos una estación de montaña en la que, cuando hay nieve, se esquía. Y que también funciona entre semana. Un lunes o un martes hemos vendido más de 1.000 forfaits”, concluye el director de Manzaneda, una estación que espera los cañones (“en 50 horas seremos capaces de innivar todo el área de cañones”), en la que encontramos muchos más surfers que esquiadores y que tiene un bosque mágico que nos ha encantado esquiar, desviándonos de las pistas en busca del tesoro escondido.