"Parece que está decidido a preservar todo esto en las condiciones actuales y, por ahora, ha mostrado sensibilidad por el entorno", aseguraba ayer Kim Calbetó, guarda del refugio de montaña situado junto al viejo pueblo. El joven, que es la única persona que habita todo el año en Montgarri, conoció al nuevo dueño el pasado invierno, cuando este realizó varias visitas a la zona. "Al parecer, tiene una casa en el Vall d'Aran y cuando descubrió este paraje, quedó prendado de él", explicó.
Para Calbetó la iniciativa resultará positiva, "porque, al menos, servirá para recuperar el pueblo y devolverle cierta vida". Los antiguos propietarios del núcleo y los terrenos colindantes, una familia de Zaragoza apellidada Buitrón, "no habían movido una piedra en los últimos 50 años", lamentó.
Traba urbanística
Las intenciones del nuevo dueño topan con un importante escollo: la actual normativa del ayuntamiento de Naut Aran, aprobada en el 2002, prohíbe cualquier intervención urbanística en Montgarri, al igual que en las zonas vecinas de Orri y Beret, explicó ayer el alcalde, el convergente Víctor León. "El ámbito donde se encuentra Montgarri, conocido como Marimanha, es una zona protegida por la Generalitat dentro del Pla d'Espais d'Interès Natural (PEIN) y ahora mismo es intocable", afirmó.
Tras varias décadas de practicar un agresivo urbanismo, el ayuntamiento se decidió, hace cinco años, a prohibir la construcción en lugares como Montgarri, a pesar de que habían sido áreas residenciales. Ni siquiera es posible erigir una casa allí donde hubo una construcción.
Con todo, admitió Leon, "el nuevo propietario podría iniciar un nuevo trámite administrativo para revisar la exención actual, aunque eso supondría algunos años de papeleo". Más desconfiados, algunos de los turistas llegados ayer a Montgarri para pasar el día o el fin de semana apuntaban las posibilidades de negocio del lugar. "Es evidente que es un punto estratégico, porque queda muy cerca de Baqueira", manifestó Diana Sanfeliu, una barcelonesa que visitaba la zona tras cuatro años de ausencia. "Es sorprendente cómo han cambiado los pueblos del Pallars. En estos pocos años, se han transformado", señaló.
"El problema se planteará con los accesos", alertaba por su parte Ángela Rueda, una visitante llegada desde Madrid. El camino hasta Montgarri, que en invierno queda intransitable por la nieve y el hielo, es una auténtica ruta de aventura. Vecinos de la zona admitieron ayer que existen proyectos para asfaltar algún tramo, cosa complicada, ya que la ruta atraviesa, por la parte pallaresa, el Parque Natural del Alt Pirineu.
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