Aunque la siembra de nubes para producir lluvia artificialmente pueda parecer una técnica de hace relativamente poco, la realidad es que las primeras pruebas comenzaron a mediados de los años '40 en los Estados Unidos. Por aquel entonces un químico de la General Electric puso en marcha una rudimentaria técnica que sirvió para poner los cimientos de un proyecto al que se sumó China en la década de los '60.
Desde entonces para varios países la siembra de nubes se ha convertido en un proyecto con inversiones millonarias que además de llover, dependiendo de la época del año, se puede hacer nevar. Europa, Australia, y también China, han apoyado de forma masiva la investigación para el control climático. El país asiático, pretende cubrir la mitad del país con lluvia y nieve artificial en 2025, según anunció hace unos meses repsresentantes de su Gobierno. Aunque docenas de países han puesto en marcha programas de este tipo, el de Pekín es el más grande y da trabajo a 35.000 personas, según informaba hace unos días el The Guardian en un reportaje.
En un comunicado, el Consejo de Estado explica que la superficie que cubre este proyecto se multiplicará por 5 y cubrirá un área de 3,38 millones de kilómetros cuadrados en 2025. Teniendo en cuenta que China tiene 5,95 millones de km2, significa que se cubriría al 56% del país. El programa alcanzará el "nivel más avanzado a nivel mundial" en 2035, según afirma el comunicado. Ayudará a aliviar "desastres como la sequía y el granizo" y facilitará las respuestas de emergencia "a los incendios forestales".
Generar lluvia y nieve artificial es técnicamente fácil de conseguir: basta con echar una disolución química de yoduro de plata o nitrógeno líquido en las nubes. Eso hace que las gotas de agua se condensen y caigan en forma de lluvia o nieve. China lanzó un proyecto de siembra de nubes en Pekín poco antes de los Juegos Olímpicos de 2008, lo que hizo que se adelantasen las lluvias de otoño a antes de que empezase el evento.
En junio de 2016, China invirtió 24,75 millones de euros en este programa y empezó a disparar balas rellenas de sal y minerales al cielo. Un año después, el país gastó 138,6 millones de euros en equipamiento para facilitar el proyecto, incluyendo 4 aviones y 897 lanzadores de cohetes, según The Guardian.
Tal como informó Business Insider en 2016, el ministro de Finanzas de China quería usar la siembra de nubes para crear al menos 60.000 millones de metros cúbicos de lluvia adicionales este año. En enero de 2019, los medios de comunicación estatales afirmaron que la siembra de nubes en el oeste de la región de Xinjiang había prevenido el 70% de los daños a los cultivos por el granizo. Para los Juegos Olímpicos de 2022 se podría hacer nevar sobre las regiones donde se organizan los eventos de nieve para asegurar la disputa de todas las carreras y pruebas.
El yoduro de plata
El yoduro de plata es una sal con una gran capacidad higroscópica; es decir, que atrapa con facilidad al vapor de agua. Sus partículas actúan como núcleos de congelación o condensación. Si sembramos una nube con dicha sal, conseguiremos, en determinados casos, desencadenar los procesos que dan lugar a la precipitación, cosa que a veces no llega a ocurrir si contamos únicamente con la presencia en el aire de los núcleos higroscópicos de origen natural.
La siembra de yoduro de plata puede actuar también como inhibidor del pedrisco (granizo de gran tamaño) en el caso de las tormentas. Cuando se dan las condiciones propicias para el crecimiento de grandes nubes tormentosas (‘cumulonimbus’), es tal la cantidad de vapor de agua que las vigorosas corrientes de aire ascendentes envían a la parte alta de dichas nubes, que los granizos que allí se forman son de gran calibre. Si inyectamos yoduro de plata, se forman más cristales de hielo, lo que al final se traduce en una mayor cantidad de granizos, pero más pequeños. En los mejores casos, lograremos que no lleguen al suelo como tales, de manera que la tormenta solo deje algunos chubascos de lluvia o, como mucho, que caigan granizos pequeños, de los que no causan daño.