La cosa ya estaba caliente por Suiza desde hace unas semanas, después de que cerca de 200 turistas de la Gran Bretaña huyeran despavoridos de Verbier cuando se detectó entre ellos algún caso de COVID. Les pidieron que guardaran una cuarentena de 10 días en sus habitaciones de hotel. Cuando los empleados vieron que la cena dejada junto a la puerta continuaba intacta y en el mismo sitio, abrieron la puerta y no encontraron a nadie. Se habían largado y no se sabia a donde. Pues bien, ya se sabe que algunos aparecieron en Lauberhorn.
Ahora en la estación suiza culpan a estos turistas por su irresponsabilidad, pero también es cierto que los hoteleros de la localidad, que ya sabían del brote causado en Verbier, los acogieron sin hacer preguntas.
El caso es que en Lauberhorn solo se habían detectado 10 casos de COVID a mediados de diciembre, pero llegaron las navidades y los positivos empezaron a dispararse al mismo ritmo que llegaban turistas. En Suiza las estaciones están abiertas, pero bajo ciertas reglas de restricción que obliga a los usuarios a llevar mascarilla en todo tipo de remonte, a guardar distancia de seguridad, y a servir comida solo para llevar. Vamos, como en España, con la diferencia de que allí la movilidad por el país no esta limitada, y es así como llegaron turistas británicos. Algunos atravesando la frontera francesa, y los hay que de otras estaciones de esquí.
Actualmente se cree que 27 de los positivos están relacionados con un solo portador, británico, según los rastreadores de contactos. Han afinado tanto, que saben incluso el nombre del hotel de Wengen donde se hospedó.
Si el de Kitzbuehel es el Descenso más peligroso de la Copa del Mundo, el de Lauberhorn es el más largo del circuito. Algunos corredores llegan a alcanzar los 160km/h a solo 30 segundos de la linea de meta, y eso tras una larguísima bajada que requiere casi dos minutos y medio, un registro que deja exhaustos a los corredores.
Los técnicos y personal de la estación intentaron desesperadamente salvar la carrera, cerrando las escuelas de esquí y todas las clases, y ofreciendo cerrar el complejo a todos menos a los competidores. Los funcionarios de salud suizos inicialmente estuvieron de acuerdo con el plan, pero un nuevo salto en los casos a principios de esta semana los llevó a tirar del freno de emergencia y cancelar el evento.
Entre lo de Verbier y ahora esto, la larga historia de amor entre Suiza y los turistas británicos se ha congelado hasta cierto punto. Puede que hasta que la pandemia desaparezca y vuelvan a llegar para dejar ingresos en hoteles, escuelas, bares y estaciones. Nada que el dinero no pueda arreglar!.
Hay quien también culpa a la propia Suiza. Mientras Francia e Italia cerraron sus estaciones de esquí durante las navidades, el gobierno suizo optó por un acto de equilibrio. Mantuvo sus pistas abiertas, pero cerró todos los bares y restaurantes y limitó los remontes a dos tercios de su capacidad. La mayoría de los centros turísticos suizos se mantuvieron tranquilos y solo unos pocos esquiadores locales disfrutan estos días de las pistas. Pero aún así llegaron algunos turistas y, como muestra la experiencia de Wengen: solo un huésped infectado es suficiente para causar daños importantes.
En lugar de organizar una importante carrera de esquí, los funcionarios de Wengen ahora compiten para controlar el virus. Las pruebas masivas para detectar positivos ya han comenzado en la población.
Ahora además el gobierno suizo ha extendido el cierre de bares, restaurantes, museos y teatros hasta finales de febrero en un intento por controlar la nueva variante británica. También ha ordenado el cierre de comercios no esenciales y ha obligado a trabajar desde casa.
En cuanto al Lauberhorn, el rival de esquí más antiguo y feroz de Suiza, Austria, ahora albergará el evento pospuesto. No se podría haber calculado nada peor para molestar más a los suizos!!
No obstante el evento se trasladó primero a la estación de esquí austriaca de Kitzbühel, quien iba a acoger un récord de cinco carreras (varios slálom, el clásico Descenso y el Super-G), pero un brote de coronavirus allí también ha obligado de momento, a trasladar el Slálom a Flachau, 100 km al este, donde hace unos días ya organizaron una carrera nocturna sonde Mikaela Shiffrin logró ganar por primera vez en un año y un mes.