En una fría mañana fría de enero de 1928, Sir Arnold Lunn y otros 16 miembros británicos que gestionaban el Kandahar Ski Club e hicieron lentamente en zigzag el camino hasta el Shilthorn. Iban con sus esquís de nogal forrados con pieles de foca. Pasaron la noche en una espartana cabaña de montaña antes de señalar sus puntas hacia abajo para volver los más rápido a Lauterbrunnen a la mañana siguiente. Según los registros terminaron los 17 sanos y salvos. El ganador llegó en una hora y 12 minutos. Había nacido la carrera Inferno.
Hoy sigue siendo una de las más largas y antiguas de las que se corre cada invierno. Unos 2.000 corredores participan cada año. A las 08:50h con puntualidad británica sale el primero, y 12 segundos después el segundo. Así sucesivamente hasta las 15:30h. Son más de 9,5 kilómetros de Descenso endiablado, solo apto para corredores en muy buen estado físico, con buenas piernas y el aguante suficiente para dejarse caer a toda velocidad lo más de 2.100 metros de desnivel. Hay quien los hace en siete minutos y quien necesita invertir 27, pero todos ellos llegan con los pulmones a reventar.
No fue el caso de Ben Collins, que si bien no llegó con los pulmones a punto de salirse por la boca, si que debió de alcanzar la meta con los nervios a flor de piel. El británico y ex-conductor del famoso programa Top-Gear de la BBC, bajó la semana pasada la famosa pista del Inferno pero con un Land Rover. Primero por algunas zonas con nieve helada y dura, para pasar a terreno más pedregoso. Sin embargo fue capaz de seguir una velocidad media de más de 150km/h.
El vehículo llegó sin problemas abajo y todo el proceso naturalmente grabado al milímetros con varias cámaras instaladas a lo largo del circuito y por drones en vista aérea. El video registra como a 2.150 metros de altitud, Collins acelera el V8 supercharged de 510 caballos que monta el Range Rover Sport e inicia un descenso trepidante desde la cima, donde se aprecian las primeras nieves del invierno. Por delante rampas de hasta el 75% de desnivel donde cualquier frenada errónea puede terminar en tragedia.
Ben Collins cruzó la meta con un tiempo de 21 minutos y 36 segundos alcanzando velocidades de más de 155 km/h.