Es decir, los rusos siguen siendo una pieza clave para el sector turístico, pero más por un tema de cantidad que por volumen de gasto individual . A día de hoy el número de turistas procedentes del país a caballo entre Europa y Asia ya ha superado en número a los del año pasado . Y todavía quedan unas semanas de temporada de invierno .
A la pregunta de qué destacaría de Andorra, la gran mayoría de los encuestados (una mañana, a pie del Funicamp) lo tienen claro: las pistas de esquí. Kiril es la tercera vez que opta por venir a esquiar a Andorra, «me encantan las pistas están muy bien preparadas», asegura. El mismo parecer de un par de amigas, María y Olga, que destacan «el mantenimiento y la calidad, que se puede comparar con las pistas de Finlandia».
Y puestos a comparar, los turistas rusos que hacen estancia en Andorra prefieren las pistas de aquí a las de Suiza o Francia , básicamente «porque, aunque el forfait cuesta más o menos lo mismo, el viaje y la estancia son más baratas», plantea Sergey, de 62 años. Otra muestra de que el turista ruso se mira más la economía que antes.
Un posicionamiento que corrobora la guía de Danko Travel y monitora de esquí, Anastasia. «Hoy en día vienen para el esquí, y después por el centro termolúdico de Caldea. Después ya vienen las compras y las excursiones.»
El shopping pasa por tanto a un segundo plano, y en consecuencia también se reduce el presupuesto destinado. Este se sitúa entre los 400 y los 500 euros por persona. Irina, que ha venido con su pareja y su hija, Sofía, explica que ellas gastarán 1.000 euros entre los tres, mientras que Olga y Maria calculan que unos 450 euros, que destinarán principalmente a ropa y material deportivo. Xenia y Katia se han reservado unos 400 euros para moda y calzado. En cuanto al sector masculino, aseguran que no están interesados ??en comprar y que, como mucho, «algún souvenir para la familia», explica Sergey.
El sector deportivo y la moda, junto con el de las joyas y la electrónica, son los que más llaman la atención de lo que ofrece Andorra a los turistas rusos. Junto con el alcohol. El tabaco no, ya que es más barato en su país.
Fue un gran hallazgo, asegura, «estamos enamoradas de Andorra y repetiremos» ,dice acompañada de su amiga Katia. También repetirá (y ya sería la cuarta vez), Kiril, Olga y Maria, «por el buen tiempo y que las personas son muy abiertas».
Por último, también hay peros en la estancia en el Principado. Aunque no dependen tanto de Andorra . Por una parte, el viaje en autobús Barcelona- Andorra, que se hace mucho más largo que todo el trayecto aéreo, asegura Katia. Y por otra, la espera para obtener el transfer al aeropuerto del Prat, que se puede alargar entre cuatro y cinco horas.
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